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Las palabras de la Biblia no envejecen ni pierden su vigencia Son tan
í:-ernas como su divino Autor, e infunden tanto aliento, que llenan de gozo
alegría el corazón (jeremías 15:16). Además, iluminan nuestra vida. Por eso,
= sal mista le dijo a Dios “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi
:ammon (Salmo 119:105)
También recordemos que " la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cor
: snte que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu
¿s coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones
re/ corazón" (Hebreos 4:12), Lo que Dios nos ha dejado escrito no es super-
-cial. Llega hasta la intimidad del
a ~a, y cambia la corriente de nuesro
s pensamientos y sentimientos
: -emplaza e! egoísmo por el amor,
a maldad por la integridad, el vacío
"tenor por la plenitud espiritual, el
pesimismo por el optimismo..
Finalmente, las palabras de Dios
dan fruto bueno y seguro. Acerca de
ellas, el Señor mismo declara: "Como
descienden del cielo la lluvia y la nieve,
y no vuelven allá, sino que riegan la
tierra, y la hacen germinar y producir,
y da semilla para sembrar y pan para
comer, así será mi palabra que sale de
mi boca, no volverá a mí vacía, antes
hará lo que yo quiero, y prosperará en
lo que le ordené"(Isaías 55:10,11).
Frente a estas singulares características
de la Palabra divina, ¡cómo
no habríamos de confiar en las admirables
promesas que aparecen en
sus páginas! Todas ellas contienen
un estímulo cierto para despertar
el optimismo y purificar el corazón.
Un himno cristiano lo dice de esta
manera:
“Todas las promesas del Señor serán
gozo y fuerza en nuestra vida terrenal;
ellas en la dura lid nos sostendrán,
y triunfar podremos sobre el mal".
Estímulos que renuevan el corazón 115