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Todos tenemos tentaciones de diversa índole Y ante ellas podemos ce-
:er o caer, para luego sufrirel trance amargo de la derrota. Pero esta prome*
-a. afirma que Dios no permitirá que seamos tentados más allá de nuestra
capacidad para resistir ¡Qué promesa más estimulantel
¿Cuáles son tus tentaciones más
''ecuentes?<;EI alcohol, el tabaco, la
:roga, el sexo descontrolado o los
jegos de azar? ¿O tal vez el orguo,
el egoísmo, la envidia e, incluso,
= pesimismo? No importa cuánto
:-jieran dominarte estas u otras tentaciones,
la promesa es clara ¡Dios
re ayudará a vencer>¡El te mostrará
- camino de salida! No hay tentaron
que sea más fuerte que Dios
3ídele entonces su ayuda, y el tentador
huirá de tu lado.
A s .
5. “Y sabemos que a los que cidían en que la obra era perfecta
aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien” (Romanos 8.28). El éxito
está asegurado para quienes aman a
Dios y hacen su divina voluntad ¿No
te despierta esperanza y optimismo
esta promesa?
Pero aquí hay una condición,
como ocurre con muchas otras promesas
de la Escritura: el Señor hará
que siempre nos vaya bien, si tenemos
amor hacia él Por eso, ante
Pero ante los elogios que recibía,
Doré comentaba "Podría haberlo
pintado mejor si lo hubiera amado
más” Y su comentario, ¿no podría
aplicarse también a nuestra experiencia?
1Cuánto mejor podría irnos
en todos los órdenes de la vida, si
amáramos más a nuestro Padre celestial!
¿No te parece?
Este amor a Dios incluye fidelidad
y obediencia a él, amistad
cualquier actividad o emprendi- con éi, y dependencia de su poder
miento que iniciemos, nuestra gran
pregunta deberla ser "¿Amo a Dios
de verdad?¿Soy un buen hi|o (o hija)
suyo?” Si la respuesta es positiva, el
resto queda en las manos de Dios él
hará que todo lo que realicemos termine
exitosamente
El célebre pintor Gustave Doré
había pintado la figura de Cristo
Y todos -amigos y extraños- coin
divino. Es decir, el verdadero amor^
a Dios es mucho más que un mero
sentimiento. Es una actitud del espíritu.
Es la voluntad humana que se
pliega a la voluntad divina. Y como
resultado de ello, todo redunda para
nuestro bien, aunque se trate de al
guna dificultad ¡Conserva esta alentadora
promesa en tu corazón, y te
llenarás de gozoso optimismo!
Estímulos que renuevan e! corazón 119