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EL MUNDO DE HOY
9 Ya en la antigüedad, el profeta Isaías había descrito así el estado moral
de nuestro mundo: “Se destruyó, cayó la tierra, enfermó, cayó el mundo,
enfermaron los altos pueblos de la tierra... Y la tierra se contaminó
bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho
Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos
de iniquidad, vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra
lengua.. No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos, sus
veredas son torcidas; cualquiera
que por ellas íuere, no conocerá
paz" (Isaías 24 4, 5: 593, 7,8).
Asombrosamente, estas patéticas
palabras se cumpíén en nuestros¿las;27
siglos despué?3 eñiber
sido escritas por~el profeta^Y así,
hoy nos encontramos en el gran tobogán
de la historia, en el cual nos
deslizamos sin posibilidad aparente
de parar o de remediar la situación
La economía ya no es segura
ni justa en ninguna parte del mundo
Aun los grandes países sufren
la volatilidad de su dinero y sus inversiones\a
virtud sigue perdiendo
rápidamente altura, para dar paso a
la corrupción en sus más variadas
manifestaciones. Los mayores líderes
mundiales no~sabeñ qué hacer
para detener la carrera descendente
deJa_moral actual La educación,
la religión y aun la familia ven con
dolor cOmo el tobogán las arrastra
Quieren parar, pero no pueden .
* Notemos este dato. "Si la población
mundial estuviera compuesta
por íooo habitantes, 6o personas tendrían
la mitad de toda la riqueza del
mundo, y la otra mitad se repartiría
entre los 940 restantes, 800 vivirían en
viviendas inadecuadas; 700 personas
no sabrían leer; y solamente 10 tendrían
una educación superior” Esta
información realmente impresiona
* Y pensar que muchos pregonaron
que a partir de la década de
1960 se iniciaría una era de paz y
bienestar entre los pueblos, y que los
problemas humanos tendrían más
fácil solución Pero, transcurridos
los años, los viejos problemas de la
humanidad siguen en pie, y se han
acentuado con trágicos resultados.
• l a conquista científica del espacio
extenor no nos ha ayudado a conquistar
el pequeño espacio interior
dTlT0^stro~co?az5ñ, para ser más
buenos y felices.
* ¿Sign¡fica~todo esto que no que
da lugar para el optimismo, y que
estamos yendo inevitablemente
hacia el abismo? ¿O existe alguna
salida confiable y segura, capaz de
encender la esperanza en nuestros
corazones? '
.■Qué Sutúranos espera7 167