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ÉL Y NOSOTROS
na y olvida nuestras caldas...
Al igual que el joven de la parábola*
todos podemos pasar de
la dignidad a la humillación, de
la abundancia a la carencia, de la
compañía a la soledad, de la alegría
al dolor, del éxito al fracaso... Pero
cuando nos acercamos a Dios y buscamos
con arrepentimiento su apo-
$
yo paternal, él revierte la historia.
Transforma nuestros corazones y
nos hace nuevas personas. Nos guía
como hijos suyos y nos inunda de
felicidad.
* ¿Te has sentido alguna vez como
el hijo pródigo, alejado del bien y
de Dios? ¿O quizá hoy mismo te encuentras
en tal condición? Entonces
despierta tu esperanza, aviva como
nunca tu optimismo, abandona tus
dudas y abriga una fe positiva acerca
del amor perdonador de Dios. Él
te ama entrañablemente, y con su
poder infinito puede cambiar el curso
de tu vida
La hermosa verdad bíblica dice:
"De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron, he aquí todas son hechas
nuevas" (2 Corintios 517) Este fue el
^ De alguna manera, todos estamos representados
en la historia del hijo pródigo. Todos podemos alejarnos
de Dios, nuestro Padre, y entronizar nuestro propio Yo.
Todos podemos tomar caminos errados y terminar en el
fracaso. Todos podemos sufrir la angustia y la culpa de
nuestros propios extravíos. Pero también, todos podemos
contar con el amor profundo del Padre que perdoa
f
cambio admirable que experime^::
el hijo pródigo cuando volvió a s_
padre No se quedó inmóvil er 1.
abatimiento Y su optimismo fue ¿
tamente recompensado
Como el padre del relato espe
raba con amor el regreso de su I* :
así nos espera cada día nuestro Fidre
celestial para escuchar nue:
tras oraciones, para perdonar nuí:
tras faltas, para colmarnos de s_:
bendiciones, para fortalecernos t *
nuestras luchas cotidianas... Esta es
la lección que brota de la inm o"¿
parábola de jesús ¡Recuérdala - ;
con especial atención!