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dres de la esposa. Fue una pérdida terrible, que los llenó de vergüenza y pe-
_-ar*No podían entender cómo les había ido tan mal frente a tantas ilusiones1
¿En qué hemos fallado?”, se preguntaban los esposos Al principio no tenían
explicación para su fracaso. Pero, poco a poco aceptaron que se habían excedido
en su optimismo inicial Habían comprado sin dinero suficiente y sin el
consejo de sus mayores-
¡Cuán fácil es incurrir en esta clase de falso optimismo1Realizar Comoras
importantes, o vivir una vida de apariencia y fantasía, para descubrir
uego el error del dinero mal manejado. El verdadero optimismo nunca
empobrece. Siempre enriquece la mente, para ayudarnos a vivTTcon más
equilibrio y sensatez. Cuando ocurre lo contrario, ese optimismo enfermo'
debe pasar sin dilación a terapia intensiva La terapia de quien, aceptando
su error, busca con humildad la ayuda de Dios. Entonces brota el optimismo
sano y maduro, que estimula las buenas decisiones.
EL SEMBRADOR DE CONFIANZA
f lu e c D a I ,
Un tren se deslizaba en rápida carrera por ios escarbados
montes alpinos Por momentos parecía que
r maquinista había perdido el control sobre el convoy
_os vagones se sacudían como si quisieran descarrilar
• desde su asiento, una mujer, llena de temor, alcanzó
-i ver en otro asiento cercano a un niño que jugaba des-
i-eocupadamente.
Entonces, la mujer le preguntó
-¿No tienes miedo de que nos
-atem os por la velocidad que lleva
si tren?
-No, señora -respondió con
•--snquiltdad el pequeño-, porque el
maquinista es mi papá
Y la admirable respuesta del
niño le infundió confianza y serenidad
a la temerosa pasajera del tren.
« ¡Cuántas veces nos llenamos
de temor en el viaje de la vida! Nos
parece que nuestros esfuerzos no
darán buen resultado, que nuestros
problemas no tendrán la solución
deseada, o que nuestro matrimonio
no recuperará la felicidad perdida. Y
así nos vamos llenando de sombrío
pesimismo..
♦ Pero, en medio de tales temores
y sacudidas, bien podríamos recordar
las tranquilizadoras palabras
del niño del relato: "El maquinista es
mi papá”. En el tren de la vida, nuestro
Padre celestial es el maquinista
Al menos, él desea serlo, si se lo
permitimos. Entonces, el temor da
lugar a la seguridad, el pesimismo
se convierte en feliz optimismo y la
incertidumbre es reemplazada por
una serena confianza en Dios. El divino
Autor del optimismo nos llena,
así, de sus más ricas bendiciones
El niño del relato le enseñó una
valiosa lección de confianza a la espantada
pasajera del tren Tú y yo
también podemos ser sembradores
de confianza, y despertar actitudes
positivas en quienesaún permanecen
en el signo negativo de la vida.*
¿Es Dios el Conductor soberano de
todo tu ser? Entonces, puedes palpitar
de optimismo, y compartir esta
virtud con tus allegados^Nuestro
comportamiento positivo siempre
mejora a los demás, y les despierta
la alegría de vivir
La riquezadel optimismo 35