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ra un joven distinguido y respetado en la sociedad. Tenia sinceras
( inquietudes espirituales Pero la religión de sus días lo mantenía insatisfecho
y disconforme, y no sabía cómo llenar el vacío de su co
— razón Y, mientras albergaba sus sentimientos encontrados de búsqueda
y decepción, cierto día oyó hablar acerca del gran Maestro, quien era
seguido y escuchado por las multitudes.
Entonces, el joven se dijo a si mismo "Yo necesito ver al Maestro, quisiera
conversar con él para que despeje mis dudas religiosas” Y un día, cuando
Jesús pasaba por el lugar, el joven fue corriendo y se arrodilló delante de
él, y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?"
Entonces Jesús lo miró con amor, y le dijo: “Una cosa te falta, ve, vende todo
lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo Luego ven, y
sígueme" (S. Marcos 1017-21).
Jesús le propuso al joven un
extraordinario cambio de vida En
reemplazo de su prestigio social y su
dinero, le ofreció un camino de excelencia
junto a él. Esto significaría
aparentemente una pérdida, pero
con el tiempo sería la mayor ganancia
para la vida del joven Sin embargo,
él prefirió seguir su propio camijto.
Se sintió atraído por Cristo, pero
su pronunciado materialismo lo llevó
a desoír la invitación del Maestro
El final del relato dice que el joven,
“al oír esto, se apenó, y se fue triste,
porque tenia muchas posesiones”
(S. Marcos 10:22). JMunca más se supo
algo acerca de él. Habrá muerto con
su dinero acumulado, pero con su
alma vacía, porque había rechazado
al Único que podía llenársela ¡Perdió
así el privilegio de ser un distinguido
seguidor y discípulo de Cristo!
(Cuántos hoy se parecen al joven
de la historia! Buscan llenar su
vida interior con algo sustancial y
profundo Y, cuando Dios se lo ofrece,
se muestran negativos e indiferentes.
Pierden su gran oportunidad
por causa del materialismo, el placer
egoísta, o la frivolidad que los
envuelve. Con el tiempo, descubren
que se han quedado sin Dios y, polo
tanto, sin los goces genuinos que
tanto anhelaban para sí mismos
Jesucristo no ha cambiado “Si
gueme”: el eco de su antigua invita
ción continúa resonando hasta ho>
Pero, curiosamente, los pretextos >
las excusas de ayer todavía pers í
ten. Algunos se aferran tanto a sus
bienes materiales que repiten ;
triste reacción del joven rico. Otro;
dicen: “Soy muy joven todavía par;
seguirá lesús...QuierodislrütaTdé ¿
vida antes de pensar en Dios" Y lo;
tales olvidan que la juventud mai
completa y dichosa es la quej e vi.e
junto a Dios mediante la fe en él.
152 Capitulo 13