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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

presenciaba <strong>los</strong> sacrificios, el Espíritu Santo le mostró que su vida habría <strong>de</strong> ser sacrificada<br />

por la vida <strong>de</strong>l mundo. Creció como una tierna planta, lejos <strong>de</strong> la confusión, el ruido y <strong>los</strong><br />

problemas <strong>de</strong> una gran ciudad, en medio <strong>de</strong> <strong>los</strong> distantes valles entre las colinas. Fue<br />

guardado por <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus más tiernos años; no obstante su vida fue una larga<br />

lucha contra <strong>los</strong> po<strong>de</strong>res <strong>de</strong> las tinieblas. Las agencias satánicas se combinaron con<br />

instrumentos humanos para llenar su vida <strong>de</strong> tentación y pruebas. Aun sus palabras, que<br />

traían vida y salvación a todos <strong>los</strong> que las recibían y practicaban, fueron malinterpretadas<br />

y pervertidas por la influencia <strong>de</strong> agencias sobrenaturales.—The Signs of the Times, 6 <strong>de</strong><br />

agosto <strong>de</strong> 1896. {VAAn 171.2}<br />

Por su ejemplo, Cristo santificó la humil<strong>de</strong> senda <strong>de</strong> la vida humana. Por treinta años<br />

fue un habitante <strong>de</strong> Nazaret. Su vida fue marcada por el trabajo diligente e industrioso. El,<br />

la Majestad <strong>de</strong>l cielo, caminó por las calles revestido con la apariencia <strong>de</strong> un humil<strong>de</strong><br />

trabajador, bajando y subiendo las colinas para llegar a su humil<strong>de</strong> tarea. Los ángeles no<br />

fueron enviados para darle una fuerza sobrenatural que evitara el cansancio o facilitara su<br />

trabajo. Y sin embargo, al contribuir con su trabajo diario a <strong>los</strong> gastos <strong>de</strong> la familia, poseía<br />

el mismo po<strong>de</strong>r que produjo el milagro <strong>de</strong> la alimentación <strong>de</strong> las cinco mil almas<br />

hambrientas en las costas <strong>de</strong> Galilea.—La Historia <strong>de</strong> la Re<strong>de</strong>nción, Octubre 1, 1876.<br />

{VAAn 172.1}<br />

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