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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Moisés en Madián<br />

Si se hubieran abierto sus ojos, Moisés hubiese visto a <strong>los</strong> mensajeros <strong>de</strong> Dios, puros y<br />

santos ángeles, cuidándolo amorosamente y <strong>de</strong>rramando su luz alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> él.—The<br />

Signs of the Times, 19 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1880. {VAAn 95.1}<br />

Mientras estaba <strong>de</strong>dicado a sus <strong>de</strong>beres, Moisés vio una zarza cuyo tronco, ramas y<br />

follaje ardían pero no se consumían. Se acercó para ver esa maravilla y una voz se dirigió<br />

a él <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las llamas. Era la voz <strong>de</strong> Dios. Era Aquél que en tiempos pasados se había<br />

revelado a <strong>los</strong> padres como el Angel <strong>de</strong>l pacto. Moisés se estremeció <strong>de</strong> terror al escuchar<br />

al Señor mencionar su nombre. Con labios trému<strong>los</strong> respondió: “Heme aquí”. Se le<br />

amonestó entonces a no acercarse a su Creador con una familiaridad in<strong>de</strong>bida: “Quita tu<br />

calzado <strong>de</strong> tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es... Entonces Moisés<br />

cubrió su rostro, porque tuvo miedo <strong>de</strong> mirar a Dios”. Éxodo 3:4-6.—The Signs of the<br />

Times, 26 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1880. {VAAn 95.2}<br />

Con su esposa y sus hijos, Moisés emprendió el viaje [hacia Egipto]... Mientras se<br />

alejaba <strong>de</strong> Madián, Moisés tuvo una terrible y sorpren<strong>de</strong>nte manifestación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sagrado<br />

<strong>de</strong>l Señor. Se le apareció un ángel en forma amenazadora, como si fuera a <strong>de</strong>struirle<br />

inmediatamente. No le dio ninguna explicación; pero Moisés recordó que había <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñado<br />

uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> requerimientos <strong>de</strong> Dios, y cediendo a la persuasión <strong>de</strong> su esposa, había <strong>de</strong>jado<br />

<strong>de</strong> cumplir el rito <strong>de</strong> la circuncisión en su hijo menor. No había cumplido con la condición<br />

que podía dar a su hijo el <strong>de</strong>recho a recibir las bendiciones <strong>de</strong>l pacto <strong>de</strong> Dios con Israel...<br />

Séfora, temiendo que su esposo fuese muerto, realizó ella misma el rito, y entonces el<br />

ángel permitió a Moisés continuar la marcha. En su misión ante Faraón, Moisés iba a<br />

exponerse a un gran peligro; su vida podía conservarse sólo mediante la protección <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

santos ángeles. Pero no estaría seguro mientras tuviera un <strong>de</strong>ber conocido sin cumplir,<br />

pues <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong> Dios no podrían escudarle.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 261.<br />

{VAAn 95.3}<br />

Habiendo recibido instrucciones <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles, Aarón salió a recibir a su hermano, <strong>de</strong><br />

quien había estado tanto tiempo separado. Se encontraron en las soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />

cerca <strong>de</strong> Horeb... Juntos hicieron el viaje a Egipto; y habiendo llegado a la tierra <strong>de</strong> Gosén,<br />

procedieron a reunir a <strong>los</strong> ancianos <strong>de</strong> Israel.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 233.<br />

{VAAn 96.1}<br />

Las plagas en Egipto<br />

Moisés y Aarón fueron <strong>los</strong> representantes <strong>de</strong> Dios para enfrentar a un rey atrevido y<br />

<strong>de</strong>safiante, y a sacerdotes impenitentes y rebel<strong>de</strong>s que se habían aliado con <strong>los</strong> ángeles<br />

malignos. Faraón y <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s hombres <strong>de</strong> Egipto no ignoraban acerca <strong>de</strong>l sabio gobierno<br />

<strong>de</strong> Dios. Una gran luz había estado brillando a través <strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s, señalando al verda<strong>de</strong>ro<br />

Dios, a su justo gobierno, y a <strong>los</strong> reclamos <strong>de</strong> su ley. José y <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel habían traído<br />

el conocimiento <strong>de</strong> Dios a Egipto. Aun en <strong>los</strong> tiempos <strong>de</strong> la esclavitud, no todos habían<br />

sido consi<strong>de</strong>rados como esclavos. Algunos israelitas habían ocupado importantes cargos<br />

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