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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Balaam estaba plenamente <strong>de</strong>dicado a su servicio. “Y Jehová puso palabra en la boca <strong>de</strong><br />

Balaam... Y él tomó su parábola, y dijo: De Aram me trajo Balac, rey <strong>de</strong> Moab, <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

montes <strong>de</strong>l oriente; ven, maldíceme a Jacob, y ven, execra a Israel. ¿Por qué mal<strong>de</strong>ciré yo<br />

al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he <strong>de</strong> execrar al que Jehová no ha execrado?”...<br />

{VAAn 113.5}<br />

Balac estaba airado y disgustado. Y dijo: “¿Qué me has hecho? Te he traído para que<br />

maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones”. Balac pensó que la<br />

impresionante apariencia <strong>de</strong>l campamento <strong>de</strong> Israel... lo había prevenido <strong>de</strong> mal<strong>de</strong>cir<strong>los</strong>.<br />

Pensó que si lo llevaba... a un lugar don<strong>de</strong> Israel no apareciera tan impresionante, lograría<br />

que <strong>los</strong> maldijese. Pero nuevamente en Zofim... Balaam ofreció sacrificios y se comunicó<br />

con el ángel <strong>de</strong> Dios, y éste le informó lo que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>cir.—The Spirit of Prophecy<br />

1:322324. {VAAn 114.1}<br />

Josué conduce a Israel a Canaán<br />

Los israelitas lloraron profundamente la partida <strong>de</strong> su jefe, y <strong>de</strong>dicaron treinta días <strong>de</strong><br />

servicios especiales a honrar su memoria... Josué era ahora el jefe reconocido <strong>de</strong> Israel...<br />

{VAAn 114.2}<br />

Se or<strong>de</strong>nó entonces que se hiciesen <strong>los</strong> preparativos para el avance... Abandonando su<br />

campamento... el ejército <strong>de</strong>scendió a la orilla <strong>de</strong>l Jordán.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y<br />

Profetas, 514-517. {VAAn 114.3}<br />

Cuatro ángeles <strong>de</strong>l cielo acompañaban siempre el arca <strong>de</strong> Dios en todas sus<br />

peregrinaciones, para protegerla <strong>de</strong> cualquier peligro y para cumplir toda misión que se<br />

les requiriera en relación con ella. Jesús, el Hijo <strong>de</strong> Dios, seguido por <strong>los</strong> ángeles<br />

celestiales, iba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l arca cuando ésta se aproximaba al Jordán; las aguas se<br />

dividieron <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su presencia. Cristo y <strong>los</strong> ángeles permanecieron junto al arca y <strong>los</strong><br />

sacerdotes en el lecho <strong>de</strong>l río hasta que todo Israel cruzó el Jordán.—La Historia <strong>de</strong> la<br />

Re<strong>de</strong>nción, 188. {VAAn 114.4}<br />

Si <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong> Josué hubieran sido abiertos... habría visto a <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong>l Señor<br />

acampados alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel. El entrenado ejército <strong>de</strong>l cielo había venido<br />

para pelear por el pueblo <strong>de</strong> Dios, y el Capitán <strong>de</strong> las huestes <strong>de</strong>l Señor estaba allí para<br />

comandar<strong>los</strong>.—The Review and Herald, 19 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1892. {VAAn 115.1}<br />

Cuando Josué se apartó <strong>de</strong> <strong>los</strong> ejércitos <strong>de</strong> Israel para meditar y pedir a Dios que su<br />

presencia lo acompañara <strong>de</strong> una manera especial, vio a un hombre <strong>de</strong> elevada estatura,<br />

revestido <strong>de</strong> atuendos militares, con una espada <strong>de</strong>snuda en su mano... No era un ángel<br />

común. Era el Señor Jesucristo que había conducido a <strong>los</strong> hebreos por el <strong>de</strong>sierto envuelto<br />

en la columna <strong>de</strong> fuego <strong>de</strong> noche y en la columna <strong>de</strong> nube <strong>de</strong> día. El lugar era santo por<br />

causa <strong>de</strong> su presencia; por eso se le or<strong>de</strong>nó a Josué que se <strong>de</strong>scalzara.—La Historia <strong>de</strong> la<br />

Re<strong>de</strong>nción, 182. {VAAn 115.2}<br />

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