Guerras de los Ángeles
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />
Entre la vasta muchedumbre que estaba congregada a orillas <strong>de</strong>l Jordán, pocos, a<strong>de</strong>más<br />
<strong>de</strong> Juan, discernieron la visión celestial.—El Deseado <strong>de</strong> Todas las Gentes, 86. {VAAn<br />
175.1}<br />
En ocasión <strong>de</strong>l bautismo <strong>de</strong>l Salvador, Satanás se hallaba entre <strong>los</strong> testigos. Vio la gloria<br />
<strong>de</strong>l Padre que <strong>de</strong>scansaba sobre su Hijo. Oyó la voz <strong>de</strong> Jehová atestiguar la divinidad <strong>de</strong><br />
Jesús. Des<strong>de</strong> el pecado <strong>de</strong> Adán, la especie humana había estado privada <strong>de</strong> la comunión<br />
directa con Dios; el trato entre el cielo y la tierra se había realizado por medio <strong>de</strong> Cristo;<br />
pero ahora que Jesús había venido “en semejanza <strong>de</strong> carne <strong>de</strong> pecado” (Romanos 8:3), el<br />
Padre mismo habló. Antes se había comunicado con la humanidad por medio <strong>de</strong> Cristo;<br />
ahora se comunicaba con la humanidad en Cristo. Satanás había esperado que el<br />
aborrecimiento que Dios siente hacia el mal produjera una eterna separación entre el cielo<br />
y la tierra. Pero ahora era evi<strong>de</strong>nte que la relación entre Dios y el hombre había sido<br />
restaurada.—El Deseado <strong>de</strong> Todas las Gentes, 90-91. {VAAn 175.2}<br />
Satanás podía discernir <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la humanidad <strong>de</strong> Cristo, la gloria y la pureza <strong>de</strong> Aquel<br />
con quien había estado asociado en las cortes celestiales. La escena <strong>de</strong> lo que él mismo<br />
había sido: un querubín cubridor lleno <strong>de</strong> belleza y santidad, pasó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él.—Bible<br />
Echo and Signs of the Times, 23 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1900. {VAAn 175.3}<br />
La triple tentación <strong>de</strong> Cristo en el <strong>de</strong>sierto<br />
Satanás había <strong>de</strong>clarado a sus ángeles asociados, que vencería a Cristo en el aspecto<br />
<strong>de</strong>l apetito. Esperaba vencerlo en su estado <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad.—The Signs of the Times, 4 <strong>de</strong><br />
abril <strong>de</strong> 1900. {VAAn 175.4}<br />
Satanás vio que <strong>de</strong>bía vencer o ser vencido. Los resultados <strong>de</strong>l conflicto significaban<br />
<strong>de</strong>masiado para ser confiados a sus ángeles confe<strong>de</strong>rados. Debía dirigir personalmente la<br />
guerra.—El Deseado <strong>de</strong> Todas las Gentes, 91. {VAAn 176.1}<br />
Mientras estuvo en el <strong>de</strong>sierto, Cristo ayunaba, pero no sentía hambre... Dedicaba su<br />
tiempo a la oración ferviente, y estaba en plena comunión con Dios; era como si estuviese<br />
en la presencia <strong>de</strong>l Padre... El pensamiento <strong>de</strong> la lucha que estaba ante él disipaba todo lo<br />
<strong>de</strong>más, y su alma se alimentaba <strong>de</strong>l pan <strong>de</strong> vida... En visión, pudo ver el quebrantamiento<br />
<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás sobre <strong>los</strong> tentados y caídos. Pudo verse a sí mismo sanando a <strong>los</strong><br />
enfermos, confortando a <strong>los</strong> <strong>de</strong>sesperados, animando a <strong>los</strong> angustiados y predicando el<br />
evangelio a <strong>los</strong> pobres, haciendo la obra que Dios había <strong>de</strong>lineado para él. Y mientras<br />
pensaba en su misión, no tenía sensación <strong>de</strong> hambre, hasta que se cumplieron cuarenta<br />
días <strong>de</strong> ayuno. {VAAn 176.2}<br />
Entonces, cuando la visión se disipó, la naturaleza humana <strong>de</strong> Cristo sintió una<br />
tremenda necesidad <strong>de</strong> alimento. Ahora era la oportunidad <strong>de</strong> Satanás para asaltarlo.<br />
Decidió aparecer como uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong> luz que se había presentado ante Cristo en<br />
la visión.—Manuscript Releases 21:8-9. {VAAn 176.3}<br />
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