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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Capítulo 9—Los <strong>Ángeles</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Sinaí hasta la toma <strong>de</strong> Jericó<br />

El peregrinaje <strong>de</strong> Israel por el <strong>de</strong>sierto<br />

Cristo fue el Angel señalado por Dios para ir <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Moisés en el <strong>de</strong>sierto y conducir<br />

a <strong>los</strong> israelitas en sus viajes hacia la tierra <strong>de</strong> Canaán.—The Review and Herald, 6 <strong>de</strong><br />

mayo <strong>de</strong> 1875. {VAAn 103.1}<br />

Durante todo el camino, y bajo la dirección <strong>de</strong> Dios, <strong>los</strong> israelitas encontraron agua<br />

para saciar su sed; pan <strong>de</strong>l cielo para satisfacer su hambre, y paz y seguridad bajo la sombra<br />

<strong>de</strong> la nube durante el día, y la columna <strong>de</strong> fuego durante la noche. Angeles les<br />

acompañaron mientras escalaban las alturas rocosas, o avanzaban por <strong>los</strong> agrestes<br />

sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto.—The Signs of the Times, 21 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1880. {VAAn 103.2}<br />

Dios mostró su gran amor y cuidado por su pueblo, proveyéndoles pan <strong>de</strong>l cielo. “Y el<br />

hombre comió pan <strong>de</strong> ángeles” (Salmos 78:25, NRV 1990), esto es, alimento provisto por<br />

<strong>los</strong> ángeles.—The Spirit of Prophecy 1:226. {VAAn 103.3}<br />

Israel al pie <strong>de</strong>l Sinaí<br />

Con solemne majestad, el monte Sinaí levantó ante el<strong>los</strong> su maciza frente. La columna<br />

<strong>de</strong> nube se posó sobre su cumbre, y el pueblo levantó sus tiendas en la llanura. Allí habían<br />

<strong>de</strong> morar durante casi un año. De noche la columna <strong>de</strong> fuego les aseguraba la protección<br />

divina, y al amanecer mientras dormitaban todavía, el pan <strong>de</strong>l cielo caía suavemente sobre<br />

el campamento... {VAAn 104.1}<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> acampar junto al Sinaí, se le indicó a Moisés que subiera al<br />

monte a encontrarse con Dios. Trepó solo el escabroso y empinado sen<strong>de</strong>ro, y llegó cerca<br />

<strong>de</strong> la nube que señalaba el lugar don<strong>de</strong> estaba Jehová. Israel iba a entrar ahora en una<br />

relación más estrecha y más peculiar con el Altísimo... {VAAn 104.2}<br />

Ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> un séquito <strong>de</strong> ángeles, el Señor, envuelto en espesa oscuridad, habló <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el monte y dio a conocer su ley... Ahora se habían <strong>de</strong> hacer <strong>los</strong> arreg<strong>los</strong> para el<br />

establecimiento completo <strong>de</strong> la nación escogida bajo la soberanía <strong>de</strong> Jehová como rey.—<br />

Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 309-312, 322. {VAAn 104.3}<br />

“Y harán un santuario para mí”<br />

Durante su estada en el monte, Moisés recibió instrucciones referentes a la construcción<br />

<strong>de</strong> un santuario en el cual la divina presencia se manifestaría <strong>de</strong> manera especial. “Y harán<br />

un santuario para mí, y habitaré en medio <strong>de</strong> el<strong>los</strong>”, fue el mandato <strong>de</strong> Dios.—Historia <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 323. {VAAn 104.4}<br />

El edificio [el tabernáculo] se dividía en dos secciones mediante una bella y rica cortina,<br />

o velo, suspendida <strong>de</strong> columnas doradas; y una cortina semejante a la anterior cerraba la<br />

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