Guerras de los Ángeles
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />
El origen <strong>de</strong>l mal, un misterio<br />
Capítulo 4—El Origen <strong>de</strong>l Mal<br />
Los ángeles habían sido creados llenos <strong>de</strong> bondad y amor. Se amaban unos a otros sin<br />
parcialidad y a Dios en forma suprema. Ese amor <strong>los</strong> motivaba a complacer al Creador.<br />
Para el<strong>los</strong>, la ley <strong>de</strong> Dios no representaba un yugo penoso, sino que se <strong>de</strong>leitaban en<br />
cumplir sus mandamientos y estar atentos a la voz <strong>de</strong> su palabra. Sin embargo, en ese<br />
ambiente <strong>de</strong> paz y pureza, se originó el pecado en aquel que había sido perfecto en todos<br />
sus caminos. El profeta escribe acerca <strong>de</strong> él: “Se enalteció tu corazón a causa <strong>de</strong> tu<br />
hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa <strong>de</strong> tu esplendor”. Ezequiel 28:17. El pecado<br />
es algo misterioso e inexplicable. No hay razón para su existencia. Intentar explicarlo, nos<br />
llevaría a tratar <strong>de</strong> encontrar una razón y un justificativo. El pecado apareció en un<br />
universo perfecto, algo que se muestra inexcusable.—The Signs of the Times, 28 <strong>de</strong> abril<br />
<strong>de</strong> 1890. {VAAn 33.1}<br />
Dios tenía un conocimiento <strong>de</strong> <strong>los</strong> eventos futuros aún antes <strong>de</strong> la creación <strong>de</strong>l mundo.<br />
No adaptó sus propósitos a las circunstancias sino permitió que éstas se <strong>de</strong>sarrollaran. No<br />
produjo ciertas condiciones, pero sabía que éstas existirían. El plan que se llevaría a cabo<br />
en caso <strong>de</strong> que alguna <strong>de</strong> las inteligencias celestiales <strong>de</strong>sertara, era el misterio “que se ha<br />
mantenido oculto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos eternos”. Romanos 16:25. En <strong>los</strong> concilios celestiales se<br />
preparó un ofrecimiento que habría <strong>de</strong> cumplir lo que finalmente Dios ha hecho por la<br />
humanidad caída.—The Signs of the Times, 25 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1897. {VAAn 33.2}<br />
La entrada <strong>de</strong>l pecado en el cielo no pue<strong>de</strong> ser explicada. Si pudiera explicarse se daría<br />
alguna razón para la aparición <strong>de</strong>l pecado. Pero como no hay siquiera una excusa para su<br />
existencia, su origen permanece ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> misterio.—The Review and Herald, 9 <strong>de</strong><br />
marzo <strong>de</strong> 1886. {VAAn 34.1}<br />
Dios no creó el mal. Sólo hizo lo bueno; aquello que es a su semejanza... El mal, el<br />
pecado y la muerte... son el resultado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sobediencia que se originó en Satanás.—The<br />
Review and Herald, 4 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1910. {VAAn 34.2}<br />
Los primeros indicios <strong>de</strong>l mal<br />
Hubo un tiempo cuando Satanás estaba en armonía con Dios y se gozaba en ejecutar<br />
<strong>los</strong> divinos mandatos. Su corazón estaba lleno <strong>de</strong> amor y gozo al servir a su Creador, hasta<br />
que comenzó a pensar que su sabiduría no provenía <strong>de</strong> Dios, sino que era inherente a sí<br />
mismo; que él era tan digno como Dios <strong>de</strong> recibir el honor y el po<strong>de</strong>r.—The Signs of the<br />
Times, 18 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1893. {VAAn 34.3}<br />
Aunque Dios había creado a Lucifer noble y hermoso, y le había dado un alto honor<br />
entre la hueste angélica, no lo había colocado fuera <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong>l mal. Estaba <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Satanás elegir hacer el mal y pervertir sus dones. Podría haber<br />
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