Guerras de los Ángeles
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />
humanidad a su propia naturaleza.—The Review and Herald, 14 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1896. {VAAn<br />
52.4}<br />
Cuando el Señor trajo a Eva <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Adán, <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong> Dios fueron testigos <strong>de</strong> la<br />
ceremonia.—En Lugares Celestiales, 203. {VAAn 52.5}<br />
Esta pareja inmaculada no tenía vestidos artificiales. Estaban revestidos <strong>de</strong> un halo <strong>de</strong><br />
luz y gloria semejante al <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles.—The Signs of the Times, 9 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1879.<br />
{VAAn 52.6}<br />
Dios creó al hombre para la gloria divina, para que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pasar por la prueba y la<br />
aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la familia celestial. El propósito<br />
<strong>de</strong> Dios era repoblar el cielo con la familia humana.—Comentario Bíblico Adventista<br />
1:1096. {VAAn 53.1}<br />
Las vacantes que se produjeron en el cielo por la caída <strong>de</strong> Satanás y sus ángeles, serán<br />
llenadas por <strong>los</strong> redimidos <strong>de</strong>l Señor.—The Review and Herald, 29 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1900.<br />
{VAAn 53.2}<br />
Adán y Eva en el Edén<br />
Todo lo que Dios había hecho era perfecto en su belleza, y nada parecía faltar en la<br />
tierra que Dios había creado para lograr la felicidad <strong>de</strong> Adán y Eva. No obstante, el Señor<br />
les manifestó su gran amor al plantar un jardín especialmente para el<strong>los</strong>. Una parte <strong>de</strong> su<br />
tiempo sería <strong>de</strong>dicada a la placentera tarea <strong>de</strong> cuidar <strong>de</strong>l huerto, y la otra, a recibir la visita<br />
<strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles, escuchar su instrucción, y estar en feliz meditación. Su labor no era<br />
cansadora sino placentera y vigorizadora.—The Signs of the Times, 9 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1879.<br />
{VAAn 53.3}<br />
Santos ángeles... instruyeron a Adán y Eva en relación con su tarea, y también les<br />
informaron acerca <strong>de</strong> la rebelión y caída <strong>de</strong> Satanás.—Spiritual Gifts 1:20. {VAAn 53.4}<br />
Adán estaba ante Dios, con toda la fuerza <strong>de</strong> su perfecta virilidad, con todos sus órganos<br />
y las faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su ser plenamente <strong>de</strong>sarrollados y armoniosamente balanceados.<br />
Ro<strong>de</strong>ado por la belleza, conversaba diariamente con <strong>los</strong> ángeles.—The Spirit of Prophecy<br />
2:88. {VAAn 53.5}<br />
La ley <strong>de</strong> Dios existía antes que el hombre fuera creado. Fue adaptada a la condición<br />
<strong>de</strong> seres santos. Aun <strong>los</strong> ángeles se gobernaban por ella.—The Signs of the Times, 15 <strong>de</strong><br />
abril <strong>de</strong> 1886. {VAAn 53.6}<br />
El hombre <strong>de</strong>bía ser probado; y si permanecía fiel y leal <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer examen,<br />
no habría <strong>de</strong> ser acosado con continuas tentaciones, sino que habría <strong>de</strong> ser elevado a una<br />
igualdad con <strong>los</strong> ángeles, vestido <strong>de</strong> inmortalidad.—The Review and Herald, 24 <strong>de</strong> febrero<br />
<strong>de</strong> 1874. {VAAn 54.1}<br />
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