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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Los ángeles en Getsemaní<br />

El universo celestial había mirado con intenso interés la entera vida <strong>de</strong> Cristo; cada<br />

paso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pesebre hasta esta terrible escena. ¡Y qué escena para ser presenciada por<br />

miles <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> ángeles, y por querubines y serafines!—The Signs of the Times, 9 <strong>de</strong><br />

diciembre <strong>de</strong> 1897. {VAAn 198.3}<br />

Los ángeles se cernían sobre el lugar [Getsemaní] para presenciar la escena.—Spiritual<br />

Gifts 1:47. {VAAn 199.1}<br />

Vieron al Hijo <strong>de</strong> Dios, su amado Comandante, en su agonía sobrehumana,<br />

aparentemente muriendo en el campo <strong>de</strong> batalla por salvar a un mundo perdido. Todo el<br />

cielo escuchó la oración <strong>de</strong> Cristo. {VAAn 199.2}<br />

En la agonía <strong>de</strong> su alma, tres veces sus labios pálidos y trému<strong>los</strong> exclamaron: “Padre<br />

mío, si es posible, pase <strong>de</strong> mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Todo<br />

el cielo estaba convulsionado. Veían a su Señor ro<strong>de</strong>ado por legiones <strong>de</strong> fuerzas satánicas,<br />

y su naturaleza humana estremecida por un pavor misterioso.—The Signs of the Times, 9<br />

<strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1897. {VAAn 199.3}<br />

Los ángeles, que habían estado a las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Cristo en el cielo, estaban ansiosos <strong>de</strong><br />

confortarlo; pero esta angustia sobrepasaba su comprensión; el<strong>los</strong> nunca habían sentido el<br />

peso <strong>de</strong> <strong>los</strong> pecados <strong>de</strong>l mundo. Sólo podían mirar con asombro al Ser a quien adoraban,<br />

sujeto a una tristeza inexpresable. Aunque <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> fracasaron en brindar apoyo a su<br />

Señor en la hora más terrible <strong>de</strong> su conflicto, todo el cielo simpatizó con él, y esperó <strong>los</strong><br />

resultados con intenso interés.—The Present Truth, 3 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1885. {VAAn<br />

199.4}<br />

Tres veces el ruego por liberación había brotado <strong>de</strong> sus labios. El cielo, no pudiendo<br />

soportar más la escena, había enviado un mensajero <strong>de</strong> consolación al postrado Hijo <strong>de</strong><br />

Dios que <strong>de</strong>smayaba y moría por causa <strong>de</strong> la culpa acumulada <strong>de</strong>l mundo.—The Present<br />

Truth, 18 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1886. {VAAn 199.5}<br />

En la suprema crisis, cuando el corazón y el alma se quebraban bajo el peso <strong>de</strong>l pecado,<br />

Gabriel fue enviado a fortalecer al divino Sufriente, y animarlo a avanzar por el sen<strong>de</strong>ro<br />

manchado <strong>de</strong> sangre.—The Signs of the Times, 9 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1897. {VAAn 200.1}<br />

En esta terrible crisis, cuando todo estaba en juego, cuando la copa misteriosa temblaba<br />

en la mano <strong>de</strong>l Doliente, <strong>los</strong> cie<strong>los</strong> se abrieron, una luz resplan<strong>de</strong>ció <strong>de</strong> en medio <strong>de</strong> la<br />

tempestuosa oscuridad <strong>de</strong> esa hora crítica, y el po<strong>de</strong>roso ángel que está en la presencia <strong>de</strong><br />

Dios ocupando el lugar <strong>de</strong>l cual cayó Satanás, vino al lado <strong>de</strong> Cristo. No vino para quitar<br />

<strong>de</strong> su mano la copa, sino para fortalecerle a fin <strong>de</strong> que pudiese beberla, asegurado <strong>de</strong>l amor<br />

<strong>de</strong> su Padre... {VAAn 200.2}<br />

Los discípu<strong>los</strong> dormidos habían sido <strong>de</strong>spertados repentinamente por la luz que ro<strong>de</strong>aba<br />

al Salvador. Vieron al ángel que se inclinaba sobre su Maestro postrado. Le vieron alzar<br />

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