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CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA - La Pastoral Familiar es

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1015 "Caro salutis <strong>es</strong>t cardo" ("<strong>La</strong> carne <strong>es</strong> soporte de la salvación") (Tertuliano, r<strong>es</strong>.,<br />

8, 2). Creemos en Dios que <strong>es</strong> el creador de la carne; creemos en el Verbo hecho carne<br />

para r<strong>es</strong>catar la carne; creemos en la r<strong>es</strong>urrección de la carne, perfección de la<br />

creación y de la redención de la carne.<br />

1016 Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la r<strong>es</strong>urrección Dios<br />

devolverá la vida incorruptible a nu<strong>es</strong>tro cuerpo transformado reuniéndolo con nu<strong>es</strong>tra<br />

alma. Así como Cristo ha r<strong>es</strong>ucitado y vive para siempre, todos nosotros r<strong>es</strong>ucitaremos<br />

en el último día.<br />

1017 "Creemos en la verdadera r<strong>es</strong>urrección de <strong>es</strong>ta carne que poseemos ahora" (DS<br />

854). No obstante, se siembra en el sepulcro un cuerpo corruptible, r<strong>es</strong>ucita un cuerpo<br />

incorruptible (cf. 1 Co 15, 42), un "cuerpo <strong>es</strong>piritual" (1 Co 15, 44).<br />

1018 Como consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir "la muerte<br />

corporal, de la que el hombre se habría liberado, si no hubiera pecado" (GS 18).<br />

1019 J<strong>es</strong>ús, el Hijo de Dios, sufrió libremente la muerte por nosotros en una sumisión<br />

total y libre a la voluntad de Dios, su Padre. Por su muerte venció a la muerte,<br />

abriendo así a todos los hombr<strong>es</strong> la posibilidad de la salvación.<br />

ARTÍCULO 12<br />

“CREO EN <strong>LA</strong> VIDA ETERNA”<br />

1020 El cristiano que une su propia muerte a la de J<strong>es</strong>ús ve la muerte como una ida<br />

hacia El y la entrada en la vida eterna. Cuando la Igl<strong>es</strong>ia dice por última vez las palabras<br />

de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última<br />

vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el<br />

viaje. Le habla entonc<strong>es</strong> con una dulce seguridad:<br />

Alma cristiana, al salir de <strong>es</strong>te mundo, marcha en el nombre de Dios Padre<br />

Todopoderoso, que te creó, en el nombre de J<strong>es</strong>ucristo, Hijo de Dios vivo, que murió<br />

por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti d<strong>es</strong>cendió. Entra en el lugar de la<br />

paz y que tu morada <strong>es</strong>té junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen,<br />

Madre de Dios, con San José y todos los ángel<strong>es</strong> y santos. ... Te entrego a Dios, y, como<br />

criatura suya, te pongo en sus manos, pu<strong>es</strong> <strong>es</strong> tu Hacedor, que te formó del polvo de la<br />

tierra. Y al dejar <strong>es</strong>ta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángel<strong>es</strong> y<br />

santos. ... Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor... (OEx. "Commendatio<br />

animae").<br />

I El juicio particular<br />

1021 <strong>La</strong> muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o<br />

rechazo de la gracia divina manif<strong>es</strong>tada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo<br />

T<strong>es</strong>tamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con<br />

Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la<br />

retribución inmediata d<strong>es</strong>pués de la muerte de cada uno con consecuencia de sus obras y<br />

de su fe. <strong>La</strong> parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz<br />

al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo T<strong>es</strong>tamento (cf. 2 Co<br />

5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último d<strong>es</strong>tino del alma (cf. Mt 16, 26)<br />

que puede ser diferente para unos y para otros.

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