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CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA - La Pastoral Familiar es

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1839 <strong>La</strong>s virtud<strong>es</strong> moral<strong>es</strong> crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y<br />

con el <strong>es</strong>fuerzo perseverante. <strong>La</strong> gracia divina las purifica y las eleva.<br />

1840 <strong>La</strong>s virtud<strong>es</strong> teologal<strong>es</strong> disponen a los cristianos a vivir en relación con la<br />

Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe,<br />

<strong>es</strong>perado y amado por El mismo.<br />

1841 <strong>La</strong>s virtud<strong>es</strong> teologal<strong>es</strong> son tr<strong>es</strong>: la fe, la <strong>es</strong>peranza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).<br />

Informan y vivifican todas las virtud<strong>es</strong> moral<strong>es</strong>.<br />

1842 Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la<br />

Santa Igl<strong>es</strong>ia nos propone como objeto de fe.<br />

1843 Por la <strong>es</strong>peranza d<strong>es</strong>eamos y <strong>es</strong>peramos de Dios con una firme confianza la vida<br />

eterna y las gracias para merecerla.<br />

1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nu<strong>es</strong>tro prójimo como a<br />

nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la<br />

forma de todas las virtud<strong>es</strong>.<br />

1845 Los siete don<strong>es</strong> del Espíritu Santo concedidos a los cristianos son: sabiduría,<br />

entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.<br />

ARTÍCULO 8<br />

EL PECADO<br />

I <strong>La</strong> misericordia y el pecado<br />

1846 El Evangelio <strong>es</strong> la revelación, en J<strong>es</strong>ucristo, de la misericordia de Dios con los<br />

pecador<strong>es</strong> (cf Lc 15). El ángel anuncia a José: ‘Tú le pondrás por nombre J<strong>es</strong>ús, porque<br />

él salvará a su pueblo de sus pecados’ (Mt 1, 21). Y en la institución de la Eucaristía,<br />

sacramento de la redención, J<strong>es</strong>ús dice: ‘Esta <strong>es</strong> mi sangre de la alianza, que va a ser<br />

derramada por muchos para remisión de los pecados’ (Mt 26, 28).<br />

1847 “Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros” (S.<br />

Agustín, serm. 169, 11, 13). <strong>La</strong> acogida de su misericordia exige de nosotros la<br />

conf<strong>es</strong>ión de nu<strong>es</strong>tras faltas. ‘Si decimos: «no tenemos pecado», nos engañamos y la<br />

verdad no <strong>es</strong>tá en nosotros. Si reconocemos nu<strong>es</strong>tros pecados, fiel y justo <strong>es</strong> él para<br />

perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia’ (1 Jn 1,8-9).<br />

1848 Como afirma san Pablo, ‘donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia’ (Rm 5,<br />

20). Pero para hacer su obra, la gracia debe d<strong>es</strong>cubrir el pecado para convertir nu<strong>es</strong>tro<br />

corazón y conferirnos ‘la justicia para la vida eterna por J<strong>es</strong>ucristo nu<strong>es</strong>tro Señor’ (Rm<br />

5, 20-21). Como un médico que d<strong>es</strong>cubre la herida ant<strong>es</strong> de curarla, Dios, mediante su<br />

palabra y su <strong>es</strong>píritu, proyecta una luz viva sobre el pecado:<br />

<strong>La</strong> conversión exige el reconocimiento del pecado, y éste, siendo una verificación de la<br />

acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo<br />

el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: ‘Recibid el Espíritu Santo’. Así,<br />

pu<strong>es</strong>, en <strong>es</strong>te ‘convencer en lo referente al pecado’ d<strong>es</strong>cubrimos una «doble dádiva»: el

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