Ryke Geerd Hamer – El testamento de una Nueva Medicina
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Miré <strong>de</strong>spués el TAC <strong>de</strong> 1980, que fue realizada poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />
segundo DHS, los dos Focos <strong>de</strong> <strong>Hamer</strong>, uno a la izquierda frontalmente que<br />
conseguí enten<strong>de</strong>r y otro a la <strong>de</strong>recha periinsularmente, ninguno <strong>de</strong> los dos<br />
resueltos. No me lo esperaba y permanecí momentáneamente perplejo, como se<br />
suele <strong>de</strong>cir. No sabía todavía en aquel momento que la muchacha era zurda y lo<br />
comprendí sólo cuando se lo pregunté seguidamente. Des<strong>de</strong> aquel momento en<br />
a<strong>de</strong>lante sabía que tenía que haber sufrido también un conflicto sexual con conflicto<br />
cerebral, que había causado <strong>una</strong> <strong>de</strong>vastación en esta muchacha que <strong>de</strong> otra manera<br />
habría sido cariñosa e inteligente, transformándola ahora en <strong>una</strong> pobre espástica.<br />
Pero <strong>de</strong> repente se presentó otra dificultad que me hizo ir marcha atrás. La<br />
muchacha tenía entonces solo 12 años, los padres eran buenas personas. Con<br />
mucha pru<strong>de</strong>ncia tanteé el terreno con la madre, si por casualidad ya a esa edad...<br />
La madre lo negó <strong>de</strong> inmediato, no había sucedido nada parecido, en su casa no<br />
podía suce<strong>de</strong>r <strong>una</strong> cosa así. Ya en retirada le hice la pregunta rutinaria para saber si<br />
la muchacha había tenido ya el menarca. La madre confirmó que lo había tenido<br />
hacía algunos meses, pero que <strong>de</strong>spués el ciclo se le había parado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que<br />
cambiase. Una vez que estaba en ese camino quise saber con total precisión si ya<br />
había tenido algún novio. De la madre salió un “no” categórico. Insistí y la madre dijo:<br />
“No, <strong>de</strong> verdad que no, era todavía <strong>una</strong> niña, sólo tenía a Mokka, su perro bóxer al<br />
que quería más que a nada”. Ah bueno, aunque esto no es lo que me pregunta... De<br />
vez en cuando venía un chico <strong>de</strong> 23 años y se divertían un poco juntos. Le pregunté<br />
como se llamaba el amigo simpaticón. “Jean Marc”, dijo la madre. Mientras<br />
pronunciaba ese nombre observé discretamente a la muchacha por el rabillo <strong>de</strong>l ojo.<br />
Noté que al oír ese nombre había guiñado los ojos. “¿Dón<strong>de</strong> está ahora Jean<br />
Marc?”. La madre dijo que no lo sabía, porque dos días antes <strong>de</strong> la catástrofe había<br />
<strong>de</strong>saparecido y no se volvió a saber nada <strong>de</strong> él.<br />
Interrumpí la conversación y me llevé aparte al hermano <strong>de</strong> la paciente. “¿Qué<br />
sabe usted <strong>de</strong> Jean Marc?”. “Nada, no le he visto jamás”.<br />
“¿Helene no ha dicho nada <strong>de</strong> él?”. “No, nunca, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces no ha sido<br />
capaz <strong>de</strong> hablar, balbucea pocas palabras que somos capaces <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r porque<br />
la conocemos. Pero un momento, tenemos el psicólogo que nos ha recomendado<br />
que vengamos a usted. Des<strong>de</strong> hace un tiempo intenta hablar con Helene <strong>una</strong> o dos<br />
veces por semana. Al principio no conseguía nada, pero hace tres semanas dijo<br />
alg<strong>una</strong>s palabras que incluso el psicólogo consiguió enten<strong>de</strong>r, según él, también<br />
nombró a Jean Marc. Sin embargo el psicólogo no ha sabido que hacer. ¿Cree que<br />
signifique algo?”. “Mucho, ahora lo verá”. Volvimos a la habitación <strong>de</strong> Helene. Cogí<br />
tranquilamente su mano con la mía y le dije mirándola: “No tienes que tener miedo,<br />
nosotros queremos ayudarte. ¿Te acostaste con Jean Marc aquella vez? Helene no<br />
dijo nada, pero pasó como un rayo por sus ojos. Sabía que había sucedido como yo<br />
había pensado, y tal y como el TAC infaliblemente había mostrado. Solo que todavía<br />
ninguno había sido capaz <strong>de</strong> verlo. Una semana <strong>de</strong>spués el psicólogo me llamó: sí,<br />
en aquella ocasión se había acostado con Jean Marc. Tras muchas fatigosas horas<br />
salió la <strong>de</strong>sconcertante verdad <strong>de</strong> lo que había sucedido entonces y que había<br />
<strong>de</strong>struido a la muchacha, a la niña. Se había ido a la cama con Jean Marc y <strong>de</strong>spués<br />
había caído en el pánico, porque tenía miedo <strong>de</strong> haberse quedado embarazada.<br />
Había sufrido un DHS con conflicto sexual por el cual el ciclo menstrual, que había<br />
comenzado apenas hacía un año, se bloqueó súbitamente y también la función<br />
ovárica visiblemente se había parado. En cualquier caso, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces la<br />
muchacha no había vuelto a tener la menstruación. Cuando pasaron tres semanas<br />
en el pánico, pensando que iba a tener un niño, la muchacha se enteró <strong>de</strong> repente<br />
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