MINISTERIOS L ID ERA Z G O ESP IRITU A L Y ... - MINTS español
MINISTERIOS L ID ERA Z G O ESP IRITU A L Y ... - MINTS español
MINISTERIOS L ID ERA Z G O ESP IRITU A L Y ... - MINTS español
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
principal que a ello los impele, que no es otro que el deseo de brillar entre los hombres. A<br />
hombres de esta clase, considerados desde un punto común de vista, hay que recomendárseles<br />
por su aspiración; pero es de tenerse en cuenta que el pulpito no debe ser la<br />
escalera por la cual tenga que encaramarse la ambición. Si hombres así hubieran entrado<br />
al ejército, nunca habrían estado satisfechos sino hasta haber llegado al rango superior,<br />
vista su determinación de seguir adelante en su camino, lo cual hasta cierto punto merece<br />
ser encomiado; pero están alucinados con la idea de que si ingresaran al ministerio, se<br />
distinguirían en gran manera: han sentido brotar en ellos los pimpollos del genio, y se han<br />
considerado superiores a las personas ordinarias, y por lo mismo, miran al ministerio<br />
como una plataforma donde desplegar sus supuestas habilidades. Siempre que esto ha<br />
sido visible, no he podido menos que dejar al hombre "to gang his ain gate" (ir por su<br />
propio camino) como los escoceses dicen: persuadido de que tales espíritus llegan<br />
siempre a nulificarse si entran al servicio del Señor. Hablamos que no tenemos nada de<br />
qué gloriarnos, y si algo tuviéramos, el peor lugar para exhibirlo sería un pulpito, pues<br />
allí somos llevados diariamente a sentir nuestra propia insignificancia y nulidad.<br />
A hombres que desde su conversión han mostrado gran debilidad de espíritu, y pueden<br />
ser inducidos con facilidad a abrazar doctrinas extrañas, o a frecuentar malas compañías y<br />
a caer en pecados groseros, nunca me dictará el corazón que los anime a entrar en el<br />
ministerio, sea cual fuere su palabra. Que se mantengan, si verdaderamente se han arrepentido,<br />
en la retaguardia de las filas. Inestables como el agua, no podrán sobresalir.<br />
De la propia manera, a los que no pueden soportar un trabajo pesado, sino son de los que<br />
gastan guantes de cabritilla, yo los remitiría a otra parte cualquiera. Necesitamos<br />
soldados, no petimetres; obreros empeñosos, no apuestos haraganes. Los hombres que<br />
nada han hecho hasta el tiempo de su ingreso al colegio, se dice que ganan sus espuelas<br />
antes de haber sido probados públicamente como caballeros. Los amantes fervorosos de<br />
las almas, no esperan hasta ser amaestrados, sino que desde luego sirven a su Señor.<br />
Acuden a mí ciertos hombres bonachones que se distinguen por lo extremo de su<br />
vehemencia y de su celo, tanto como por la carencia absoluta de todo seso: hermanos son<br />
éstos que hablan y hablan sin decir nada; que machacan y cascan la Biblia, y no sacan<br />
nada de toda ella; que son enérgicos, oh sí, terriblemente enérgicos, montes enfermos de<br />
parto, de la clase más lastimosa, que nada dan a luz, ni siquiera el ridículo ratón. Hay<br />
predicadores fanáticos que no son capaces de concebir o de expresar cinco pensamientos<br />
consecutivos, cuya capacidad es tan estrecha, cuanto ancha su presunción, y éstos bien<br />
pueden martillar, y gritar, y delirar, y desgarrarse, y rabiar, y todo *el ruido que armen<br />
será como el que sale del hueco de un tambor. Yo concibo que estos hermanos harán lo<br />
mismo con educación que sin ella, y por lo mismo, he rehusado generalmente acceder a<br />
su petición.<br />
Otra clase de hombres sumamente numerosa, buscan el pulpito sin saber por qué. No<br />
pueden enseñar ni quieren aprender, y con todo, quieren a todo trance ser ministros.<br />
Semejantes al hombre que durmió en el Parnaso, y desde entonces se figuró que era<br />
poeta, han tenido la imprudencia bastante para lanzar alguna vez un sermón sobre un<br />
auditorio, y no pueden después vivir sin predicar. Tienen tanta prisa por desprenderse de