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MINISTERIOS L ID ERA Z G O ESP IRITU A L Y ... - MINTS español

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que parece llevar escrito el aviso pompeyano de "Cave canem," "Cuidaos del perro."<br />

Dadme un hombre a cuyo rededor se agrupen los niños como las moscas alrededor de un<br />

panal' los inocentes son los que mejor pueden juzgar de un hombre bondadoso. Cuando la<br />

reina de Seba quiso poner a prueba la sabiduría de Salomón, nos dicen los rabinos que<br />

llevó consigo algunas flores artificiales hechas con la mayor perfección y perfumadas, de<br />

modo que en nada se distinguieran de las naturales, y presentándoselas al gran rey, le<br />

pidió dijera cuáles eran unas y cuáles otras. Salomón mandó entonces a los criados que<br />

abrieran la ventana, y cuando entraron al salón las abejas, se dirigieron a las naturales sin<br />

tocar para nada a ninguna de las demás. De igual modo hallaréis que los niños tienen sus<br />

instintos, y a primera vista descubren quienes son sus amigos, y estad ciertos que a<br />

aquellos que lo son, bien vale la pena de conocerlos.<br />

Tened una palabra afectuosa para todos y cada uno de los miembros de la familia, para<br />

los muchachuelos y los jóvenes, las chiquillas y señoritas, los hombres y los ancianos, en<br />

suma, para todos. Nadie sabe todo lo que con una sonrisa o una frase cariñosa se puede<br />

conseguir. Un hombre que tiene que hacer mucho con los hombres, debe amarlos y<br />

tratarlos como a miembros de su familia. Un individuo que no se halle en disposición de<br />

conducirse así, seria mejor que se metiera a empresario de pompas fúnebres y enterrara a<br />

los muertos, pues nunca podrá conseguir tener influencia en los vivos. No se en donde he<br />

oído hacer la observación de que para ser un predicador popular se necesitan entrañas.<br />

Temo que esa observación se haya hecho queriendo criticar de un modo chusco el<br />

desarrollo abdominal de algunos buenos hermanos; pero hay algo de verdad en ese dicho:<br />

un hombre debe tener si no precisamente un gran vientre, sí un gran corazón, si es que<br />

aspira a tener una grande congregación. Su corazón debe tener tanta amplitud como la de<br />

aquellos hermosos puertos que hay a lo largo de las costas de Inglaterra, que contienen<br />

espacio suficiente para dar abrigo a una flota entera. Cuando un hombre tiene un corazón<br />

grande y amante, van las gentes a él como los buques a un puerto, y se sienten seguros<br />

cuando han anclado bajo la salvaguardia de su amistad. Un hombre semejante es expansivo<br />

tanto en público como en lo privado: no es su sangre fría como la de un pescado,<br />

sino caliente como la estufa, con que en invierno se templa el frío de nuestro hogar. No<br />

os salen al encuentro el orgullo y el egoísmo cuando os acercáis a él, pues tiene sus<br />

puertas abiertas de par en par a fin de recibiros, y os halláis a un lado como si estuvierais<br />

en sociedad familiar. Hombres de esta clase, hermanos míos, os encarezco a todos<br />

vosotros que lo seáis.<br />

El ministro cristiano debe también ser jovial. No creo que a nada conduzca el andar como<br />

ciertos frailes a quienes he visto en Roma, que se saludan entre sí dando a su voz un tono<br />

sepulcral para comunicarse la poco placentera noticia de "Hermano, tenemos que morir;"<br />

a lo cual los saludados con la alegría consiguiente le contestan: "Sí, hermano, tenemos<br />

que morir." Se me ha asegurado que esos perezosos hermanos en lo menos que piensan,<br />

por desgracia, es en la muerte; pero de cualquier modo que sea, creo que mientras éste se<br />

presenta, debíamos inventar un modo menos triste de saludar.<br />

No cabe duda en que habrá muchos que se impresionen con el simple aspecto de los<br />

ministros. He oído hablar de uno que se sintió convencido de que algo extraordinario<br />

debía haber en la religión católica romana, al ver el demacrado rostro de un eclesiástico.

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