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Descargue la revista Estela Nº6 - Editorial Fajardo el Bravo

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En otra ocasión y como sufría d<strong>el</strong> estomago fue ingresado en <strong>el</strong> Hospital<br />

Central de Drinka. Debía ser operado de urgencia pero los médicos decidieron<br />

que sería mejor al día siguiente. Sólo le dieron un calmante para <strong>el</strong> dolor y<br />

poder pasar <strong>la</strong> noche. Pero apenas pudo dormir a causa d<strong>el</strong> sufrimiento y de <strong>la</strong><br />

descomposición que sufría. A <strong>la</strong> mañana siguiente tuvieron que <strong>la</strong>varlo entero<br />

para poderlo operar. Cuando se despertó después de <strong>la</strong> operación estaba en<br />

una cama en una sa<strong>la</strong> con dos presos políticos rusos moribundos, uno a cada<br />

<strong>la</strong>do. Al cabo de unas horas uno de <strong>el</strong>los falleció y nadie acudía a sus gritos para<br />

que sacasen de <strong>la</strong> habitación al cadáver. Al día siguiente murió <strong>el</strong> segundo ruso.<br />

El español gritó cuanto pudo hasta que llegó un hombre que se limitó a escribir<br />

un número en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas de los pies de los difuntos dejándolos allí un día más.<br />

Al fin se los llevaron y lo dejaron solo, pero él no podía aguantar más y pide<br />

que lo saquen como sea de allí. El médico le tras<strong>la</strong>dó al pasillo de <strong>la</strong> primera<br />

p<strong>la</strong>nta y en un sofá viejo estuvo algunos días. Más tarde lo llevaron a una<br />

habitación con españoles y ocupó <strong>la</strong> cama de uno de <strong>el</strong>los, un gallego, que<br />

acababa de fallecer. Eran los días de navidad y les dicen que pronto los iban a<br />

devolver a otro campo de trabajo, situado en una is<strong>la</strong> muy cerca de Durinka,<br />

l<strong>la</strong>mada Doriscaya. Era <strong>el</strong> lugar donde concentraban a todos los presos de <strong>la</strong><br />

región que se encontraban convalecientes.<br />

EXCUSAS Y TRASLADO<br />

Al cabo de dos meses recibieron <strong>la</strong> visita de un general de sanidad y de un<br />

coron<strong>el</strong> médico que reconocieron a todos los presos españoles. Y es aquí<br />

cuando reciben <strong>la</strong>s primeras disculpas por haberlos mezc<strong>la</strong>dos con los presos<br />

comunes. Había sido una equivocación al principio de <strong>la</strong> guerra y les dijeron<br />

que los tras<strong>la</strong>darían a otro lugar mejor.<br />

Nuestro personaje, con una mujer embarazada, fue tras<strong>la</strong>dado a Doriscaya<br />

<strong>el</strong> día 5 de enero en un trineo tirado por un caballo. El viaje duró unas cuantas<br />

horas y al llegar fueron alojados cada uno en un barracón donde <strong>la</strong>s<br />

condiciones de vida eran algo diferentes. Eran algo mejores. Piñeiro tendió su<br />

ropa a secar algo mojada d<strong>el</strong> viaje y se dirigió a <strong>la</strong> enfermería donde fue<br />

reconocido. Le c<strong>la</strong>sificaron como de tercera categoría para trabajar dentro d<strong>el</strong><br />

campo y le dijeron, cuando llegó a <strong>la</strong> barraca, que <strong>el</strong> jefe de trabajos le quería ver.<br />

Este oficial se había encaprichado de uno de los trajes que llevaba en <strong>la</strong><br />

maleta y que había tendido a secar. Se lo quería comprar por diez raciones de<br />

pan de 400 gramos, cinco raciones de azúcar, cuatro paquetes de tabaco de<br />

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