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53. Recibireis Poder - Truth For the End of Time

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16 de abril MEDITA EN LA PALABRA DE DIOS<br />

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. (Salmos 119: 97).<br />

Los hombres no necesitan la débil luz de las costumbres y las tradiciones humanas para poder entender<br />

las Escrituras. Eso sería como suponer que la luz del sol, brillando al mediodía en el cenit, necesitara la<br />

escasa lumbre de una antorcha de esta tierra para aumentar su resplandor. En la Biblia, cada,<br />

responsabilidad se expone, con claridad y cada lección resulta comprensible. El don de Cristo y la<br />

iluminación del Espíritu Santo tienen la finalidad de revelarnos al Padre. La Palabra tiene el poder para<br />

hacer sabio a todo creyente en lo que respecta a la salvación.<br />

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir<br />

en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra"<br />

(2 Tim. 3: 16, 17). Ningún libro es tan poderoso como la Biblia con sus comprensivas y<br />

ennoblecedoras verdades para elevar el pensamiento e impartir vigor a todas las facultades. Si la<br />

Palabra de Dios fuera estudiada como debiera, el hombre tendría una amplitud mental, nobleza de<br />

carácter y estabilidad de propósitos raramente vista en nuestros días.<br />

Se obtienen pocos beneficios con una escasa lectura de las Escrituras. Uno podría leer toda la Biblia<br />

sin descubrir sus bellezas ni comprender la pr<strong>of</strong>undidad de su mensaje. Estudiar un texto hasta que<br />

resalte claramente su significado y la relación que tiene con el plan de salvación, es de más valor que la<br />

lectura ocasional de muchos capítulos sin tener en vista un propósito definido, y sin obtener ninguna<br />

instrucción positiva. Tenga la Biblia a mano. Cuando encuentre una oportunidad, léala y memorice los<br />

textos. Incluso, cuando camina por la calle, puede leer un versículo y meditar después en el; contenido<br />

para fijarlo en su mente.<br />

Nunca debería estudiarse la Biblia sin oración. Antes de abrir sus páginas, debemos pedir al Espíritu<br />

Santo que nos ilumine, y esa petición será concedida. Cuando Natanael vino a Jesús, el Salvador dijo:<br />

"He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño" (Juan 1: 47). Natanael respondió: "¿De dónde<br />

me conoces? Respondió Jesús, y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la<br />

higuera, te vi" (Juan 1: 48). Si del mismo modo acudimos a él en busca de iluminación para saber qué<br />

es verdad, Jesús también nos verá en el lugar secreto de la oración. Los ángeles del mundo de la luz<br />

asistirán a los que humildemente busquen la orientación divina.- Atlantic Union Gleaner, 9 de junio de<br />

1909.

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