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53. Recibireis Poder - Truth For the End of Time

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28 de octubre MIEMBROS MÁS CONSAGRADOS<br />

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con<br />

alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía<br />

cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. (Hechos 2: 46, 47).<br />

Cada persona verdaderamente convertida estará intensamente interesada en llevar a otros de las<br />

tinieblas del error a la maravillosa luz de la justicia de Jesucristo. El gran derramamiento del Espíritu<br />

de Dios que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria, no sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo<br />

esclarecido que sepa por experiencia lo que significa ser colaboradores juntamente con Dios. Cuando<br />

tengamos una consagración completa y sincera al servicio de Cristo, Dios lo reconocerá derramando su<br />

Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la mayor parte de la iglesia no trabaje juntamente<br />

con Dios. Dios no puede otorgar su Espíritu cuando el egoísmo y la complacencia propia se<br />

manifiestan en forma tan notoria, cuando prevalece un espíritu que, si se lo tradujera en palabras,<br />

constituiría la respuesta de Caín: "¿Soy yo guarda de mi hermano?" (Gén. 4: 9).<br />

Si la verdad para este tiempo, si las señales que se están multiplicando por todas partes -que testifican<br />

de que el fin de todas las cosas está cercano- no son suficientes para despertar la energía dormida de<br />

los que pr<strong>of</strong>esan conocer la verdad, entonces los alcanzará una oscuridad proporcional a la luz que ha<br />

estado brillando sobre ellos. En el gran día de ajuste final no podrán presentar a Dios ninguna excusa<br />

por su indiferencia. No habrá razón alguna para argumentar acerca de por qué no vivieron, anduvieron<br />

y trabajaron a la luz de la sagrada verdad de la Palabra de Dios. Ni de por qué no revelaron al mundo<br />

obscurecido por el pecado, mediante su conducta, su simpatía y su celo, que el poder y la realidad del<br />

evangelio no pueden ser controvertidos.<br />

No es el ministro solo, sino también los feligreses, quienes no están haciendo todo lo posible para<br />

instar a los hombres por precepto y por ejemplo a aceptar la gracia salvadora de Cristo. Con habilidad<br />

y tacto, con sabiduría recibida de arriba, deberían persuadir a sus semejantes a contemplar al Cordero<br />

de Dios que quita el pecado del mundo.- Review and Herald, 21 de julio de 1896.

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