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53. Recibireis Poder - Truth For the End of Time

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27 de marzo PIEDAD<br />

Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. (Génesis 5: 24).<br />

La piedad es el fruto del carácter cristiano. Si permanecemos en la vid, produciremos los frutos del<br />

Espíritu. La vida de la vid se manifiesta por intermedio de los sarmientos. Debemos mantener una<br />

estrecha e íntima relación con el cielo si deseamos poseer la virtud de la piedad. Si deseamos reflejar<br />

su imagen, y queremos demostrar que somos hijos e hijas del Altísimo, en nuestros hogares Jesús debe<br />

ser huésped y miembro de la familia.<br />

La religión en el hogar es fundamental. Si el Señor habita entre sus integrantes, sentiremos que somos<br />

miembros de la familia celestial. El ser conscientes de que hay ángeles del cielo que nos observan,<br />

contribuirá para que seamos amables y pacientes. Necesitamos prepararnos para entrar en las cortes<br />

celestiales, y para ello debemos cultivar la cortesía, la piedad, la conversación santa y centrar los<br />

pensamientos en temas de origen celestial.<br />

Enoc caminó con Dios. Honró al Señor en cada asunto de su vida. En el trabajo o en el hogar, siempre<br />

preguntaba: "¿Agradará esto al Señor?" Al tener en mente a Dios y al aceptar sus consejos, fue<br />

produciéndose la transformación del carácter de tal manera que lo convirtió en un hombre piadoso,<br />

cuya vida agradó al Señor. Tenemos la exhortación de añadir a la piedad, afecto fraternal. ¡Oh, cuánto<br />

necesitamos avanzar en esta dirección para poder sumar dicha virtud al carácter! En muchos hogares<br />

predomina un espíritu duro y combativo. Las expresiones de crítica y las acciones desprovistas de<br />

bondad son una <strong>of</strong>ensa a Dios. Las órdenes dictatoriales arrogantes, y las conductas dominantes no son<br />

aceptables en el cielo. La razón por la cual existen tantas diferencias entre los hermanos, es por que se<br />

han equivocado al no añadir a su carácter la bondad fraternal. Deberíamos manifestar por los otros el<br />

mismo amor que Cristo siente por nosotros.<br />

El Señor del cielo considera al ser humano de gran estima. Pero si una persona no es bondadosa en el<br />

seno de su propia familia, no está en condiciones para participar del hogar celestial. Si está contenta<br />

con su manera de ser, sin importarle las heridas causadas por su trato, no podrá sentirse feliz en el<br />

cielo, a menos que allí pueda gobernar. La paz de Dios permanecerá en el hogar sólo si permitimos que<br />

el amor de Cristo tenga el control del corazón.- Review and Herald, 21 de febrero de 1888.

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