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53. Recibireis Poder - Truth For the End of Time

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21 de noviembre DEMANDA UNA ALABANZA GOZOSA<br />

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4: 4).<br />

Orad, orad fervientemente y sin cesar, pero no os olvidéis de alabar a Dios. Incumbe a todo hijo de<br />

Dios vindicar su carácter. Podéis ensalzar a Jehová; podéis mostrar el poder de la gracia sostenedora.<br />

Hay multitudes que no aprecian el gran amor de Dios ni la compasión divina de Jesús. Miles<br />

consideran con desdén la gracia sin par manifestada en el plan de redención. Todos los que participan<br />

de esa gran salvación no son inocentes al respecto. No cultivan corazones agradecidos. Pero el plan de<br />

la redención es un tema que los ángeles desean escudriñar; será la ciencia y el canto de los redimidos a<br />

través de las edades sin fin de la eternidad. ¿No es digno de reflexión y estudio cuidadoso ahora? ¿No<br />

alabaremos a Dios con corazón, alma y voz por sus "maravillas para con los hijos de los hombres"<br />

(Sal. 107: 8)?<br />

Alabemos al Señor en la congregación de su pueblo. Cuando la palabra del Señor fue dirigida<br />

antiguamente a los hebreos, la orden fue: "Y diga todo el pueblo, Amén". Cuando el arca del pacto fue<br />

traída a la ciudad de David, y se cantó un salmo de gozo y triunfo, "dijo todo el pueblo, Amén: y alabó<br />

a Jehová" (Sal. 106: 48; 1 Crón. 16: 36). Esta ferviente respuesta era evidencia de que comprendían la<br />

palabra hablada, y participaban en el culto de Dios.<br />

Hay demasiado formalismo en nuestros servicios religiosos. El Señor quiere que sus ministros<br />

prediquen la palabra vivificada por su Espíritu Santo; y los hermanos que oyen no deben permanecer<br />

sentados en indiferencia soñolienta, o mirar vagamente en el vacío, sin responder a lo dicho. La<br />

impresión que ello da al que no es creyente, es desfavorable para la religión de Cristo. Estos pr<strong>of</strong>esos<br />

cristianos negligentes no están destituidos de ambiciones y celo cuando se dedican a negocios<br />

mundanales; pero las cosas de importancia eterna no los mueven pr<strong>of</strong>undamente. La voz de Dios,<br />

expresada por medio de sus mensajeros, puede parecerles un canto agradable, pero desoyen sus<br />

sagradas amonestaciones, reprensiones y estímulos. El espíritu del mundo los ha paralizado. Las<br />

verdades de la Palabra de Dios se dirigen a oídos de plomo y corazones duros, sobre los que no pueden<br />

hacer impresión. Debiera haber iglesias despiertas y activas para animar y sostener a los ministros de<br />

Cristo, y para ayudarles en la obra de salvar almas. Donde la iglesia ande en la luz, habrá siempre<br />

alegres y cordiales respuestas, y palabras de alabanza gozosa.- Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 110-<br />

112.

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