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53. Recibireis Poder - Truth For the End of Time

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23 de octubre CONFIEMOS EN SUS PROMESAS<br />

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia<br />

para el oportuno socorro. (Hebreos 4: 16).<br />

El Señor no permitirá que sus afligidos y probados hijos sean juguete de las tentaciones de Satanás. Es<br />

nuestro privilegio confiar en Jesús. Los cielos están llenos de ricas bendiciones, y es nuestro privilegio<br />

tener el gozo de Cristo para que nuestro gozo sea completo. No lo tenemos porque no pedimos, o<br />

porque no oramos con fe, creyendo que seremos bendecidos con la influencia especial del Espíritu<br />

Santo. Mediante la intercesión de Cristo, se le imparte al auténtico investigador la bondadosa<br />

influencia del Espíritu Santo para que los que la reciben puedan transmitir a otros el conocimiento de<br />

la verdad salvadora.<br />

¿Por qué no creemos el sencillo "Así dice el Señor"? No cesen de orar bajo ninguna circunstancia. El<br />

Espíritu puede estar dispuesto, pero la carne enferma. Sin embargo, Jesús lo sabe todo. En su debilidad<br />

usted no debe estar ansioso, porque la ansiedad implica dudas y desconfianza. Sencillamente tiene que<br />

creer que Cristo es capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que vienen a Dios por medio de él, siendo<br />

que vive siempre para interceder por nosotros.<br />

¿Qué abarca la intercesión? Es la cadena de oro que une al creyente finito con el trono del Dios<br />

infinito. El agente humano, por quien Cristo murió para salvarlo, importuna el trono de Dios, y su<br />

petición es asumida por Jesús, quien lo compró con su propia sangre. Nuestro gran Sumo Sacerdote<br />

coloca su justicia del lado del que implora con sinceridad, y la oración de Cristo se une con la del<br />

suplicante humano.<br />

Cristo insta a su pueblo a orar sin cesar. Esto no significa que siempre hemos de estar sobre las<br />

rodillas, pero esa oración ha de ser como el aliento vital. Nuestros pedidos silenciosos, dondequiera<br />

estemos, han de ascender a Dios, y Jesús nuestro Abogado, implorará en nuestro favor, llevando con el<br />

incienso de su justicia nuestras súplicas al Padre.<br />

El Señor Jesús ama a su pueblo, y, cuando éste confía y depende completamente de él, lo fortalece. El<br />

vivirá en ellos, dándoles la inspiración de su Espíritu santificador, e impartiendo a la existencia una<br />

transfusión vital de sí mismo.- Sabbath School Worker, 1º de febrero de 1896.

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