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53. Recibireis Poder - Truth For the End of Time

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26 de marzo CONFIANZA<br />

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón. (Hebreos 10: 35).<br />

El apóstol Juan escribe: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa<br />

conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos,<br />

sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho" (1 Juan 5: 14, 15). Transmitámosle a la<br />

gente estas promesas para que sus conceptos se amplíen y su fe crezca. Deberíamos instarla a pedir las<br />

riquezas de su gracia con insistencia, y a esperar sin dudar, ya que por intermedio de Jesús podemos<br />

entrar a la cámara de audiencias del lugar santísimo. Gracias a sus méritos tenemos acceso al Padre por<br />

intermedio del Espíritu.<br />

¡Oh, que podamos tener una experiencia más pr<strong>of</strong>unda en la oración! Aproximémonos a Dios con toda<br />

confianza sabiendo que contamos con la presencia y el poder de su Santo Espíritu. Al confesar<br />

nuestros pecados, en el momento que lo solicitemos, podemos tener la certeza del perdón de nuestras<br />

transgresiones basados únicamente en su promesa. Necesitamos ejercer fe, y expresar la verdad con<br />

ahínco y humildad. Sin embargo, desprovistos del Espíritu Santo nunca podremos hacerlo. Por eso,<br />

negando al yo y dejando de cultivar la exaltación propia, con toda sencillez deberíamos buscar al Señor<br />

para solicitar el Espíritu Santo, así como un niño pide pan a sus padres.<br />

Debemos hacer la parte que nos corresponde: aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal. Al<br />

permanecer bajo la cruz del Calvario podremos "mirar para vivir". Dios apartó a sus hijos para sí<br />

mismo, y, en la medida que se relacionen con él, recibirán poder para prevalecer. Por nosotros mismos<br />

nada podemos hacer. Pero, por intermedio de su Santo Espíritu, se importen al creyente la vida y la luz<br />

para que pueda llenarse de un deseo vehemente y sincero de Dios y de su santidad. Gracias a que el<br />

Dios del cielo nos ama, vistiéndonos de su justicia, Cristo nos conduce al trono de la misericordia.<br />

Seríamos ciegos y tercos al dudar de que su corazón está de nuestra parte. Mientras el Intercesor, Jesús,<br />

aboga en el cielo en nuestro favor, el Espíritu Santo actúa en nosotros así el querer como el hacer por<br />

medio de su buena voluntad. Todo el cielo está interesado en la salvación del creyente. Entonces, ¿qué<br />

razones tenemos para dudar de que el Señor desea ayudarnos? -Signs <strong>of</strong> <strong>the</strong> <strong>Time</strong>s, 3 de octubre de<br />

1892.

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