Crimen Pedido

Indira Meza
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Un fuerte dolor de cabeza hace que Brando abra los ojos, apenas puede
captar lo que tiene alrededor, se queda unos segundos en blanco, pero
continúa sin reconocer lo que tiene al frente. Siente que está en un museo,
pero no, tal vez esté soñando, porque sólo un sueño es lo más parecido a
lo que ven sus ojos en este momento. Está rodeado de esculturas, sombras,
velas y lo más insólito es que está semidesnudo y atado a una silla.
—Estoy soñando… ¿Qué fue lo último que hice? —Se pregunta
mentalmente— Estaba en casa, hablé con mi madre, me vestí y salí. Fui
a casa de Athina y luego… ¿Qué paso luego? Estaba con ella, brindamos
y… —De pronto escucha que alguien entra.
—¡Hola Mälaren! —Brando siente nuevamente ese vacío en el
estómago que le produce pánico, pues sólo una persona le ha causado esa
sensación y sólo una persona le ha llamado por su apellido durante los
últimos días, sin embargo no ve a nadie, pues la voz está justo detrás de él.
—¿Quién eres? —Contesta con voz temblorosa.
—Te la estabas pasando bien con Athina Divine… ¿Cierto?
—¡Qué le has hecho! ¡No te atrevas a tocarla!
—No te preocupes, ella jamás sufrirá conmigo. —Responde
fríamente.
—Eres Shira Hiksman. ¡Sabía que eras una mujer! Sólo una mujer
puede odiar tanto como tú. ¿Pero para qué necesitabas amarrarme? Con
ponerme una bomba en el auto bastaba ¿No?
—Te equivocas… —Le susurra al oído, pero Brando se confunde
aun más, pues cree estar delirando porque ya ha escuchado el tono de ese
susurro poco antes de que su mente quedara en blanco.
—¿También me equivoco cuando creo que has matado a
mi hermano? —La mujer avanza y se para frente a él. Brando queda
completamente desconcertado y con una mirada llena de interrogantes.—
¿Quién eres?
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