Crimen Pedido

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Crimen Pedido
—He esperado tanto tiempo para hacer esto…
—¿Hacer qué? —Él aun no comprende lo que le dice esa mujer
pelirroja, vestida de pantalón y jersey negros. Sin embargo su look también
le suena familiar, cabello por los hombros, mirada angelical…
— ¡Trece años exactamente! —Ella mantiene su sonrisa llena de
placer.
—¡Un momento! Eres tú… ¡Eres Athina! Pero…
—Y también soy Shira Hiksman…
—No puede ser… —Susurra Brando para sus adentros— Todo
esto es un juego macabro. ¿Verdad? —Su mirada suplica una respuesta—
¿Y por qué llevas esa peluca roja? No entiendo… —Brando mira
imaginariamente hacia el cielo, a punto de perder la cordura— Athina, yo
te amo… —Pero esas palabras suenan más bien a ruego.— Dime que esto
es un juego y nos olvidamos de todo. ¡Empezamos desde cero!
—¿De veras no me reconoces? —Athina camina haciendo un
círculo alrededor de él— ¿No me ubicas en tu pasado? —Se para detrás y
le grita llena de ira— ¡Tan insignificante fui en tu vida!
—¡Y a quién se supone que debo reconocer! —Responde Brando
horrorizado, mientras ve cómo Athina busca en uno de los cajones una
pistola, dos catéteres y un par de tubos flexibles o conocidos generalmente
como sondas— ¿Qué vas a hacer?
—¿Sabías que pensaba volarte los sesos? —Ella se ríe sádicamente
mientras le apunta con la pistola— Cómo ibas a saberlo, ni que fueras
adivino, pero al final decidí que no. No había ningún sentido en manchar
mi taller con los residuos del impacto, por cierto, ¡Este es mi taller! Querías
que te trajera aquí, así que he cumplido uno de tus deseos… ¡Que te
desnudara en mi taller!
—Estás completamente loca… —Athina se le acerca, lo coge por
los hombros y le mira fijamente.
—¡Mírame!
—¿Por qué me haces esto? —Brando llora como un bebé. Athina
lo suelta con cierto asco, busca el cubo donde Liar había quemado la ropa,
lo coloca justo debajo del brazo izquierdo de Brando
—Llora cariño… es lo único que te queda. ¿Te gustan las