Crimen Pedido

Indira Meza
quien sonríe con cierta timidez placentera que le produce un suave dolor de
excitación reflejado en el nacimiento de su inmenso manantial.
La recorre besándola con delicadeza hasta llegar a sus senos que
lo esperan despiertos y listos para ser succionados bajo ese foulard
transparente, al que le cambia el camino y lo pone recto hacia la primavera
que ella le regalará esta noche. Sus senos… ¡oh! Sus senos son perfectos…
le dejan atontado ante la sabiduría de la naturaleza, que lo empuja hasta
su tibio cuello sediento de caricias y suaves mordisquitos que la harán
estremecer.
Toma una fresa de la bandeja para que ella disfrute del olor afrutado,
la muerda y saboree esa dulzura con el toque cítrico que le hace agua la
boca. La besa, moviendo su lengua suavemente y succionando los fluidos
que emana una boca de princesa presa en sí misma, que deja entrever la
pasión desbordante que se huele a través de sus feromonas desorbitadas
ante semejante ejemplar. Luego la voltea dejándola de espalda hacia él,
quien la recorre desde el cuello hasta sus redondos y fuertes glúteos, le
regala un masaje que la excita más y más… le quita la venda de los ojos y
se la cambia por el foulard que cubría parte de su cuerpo y mete su mano
entre esas dos piernas que ansían con desesperación ser abiertas.
Introduce sus gruesos dedos en una cueva húmeda y despejada
moviéndolos en círculos y haciéndola gemir de placer, pero ella se controla,
respira profundo y se prepara para lo siguiente, él la vuelve a girar y se
encuentra con esa cálida flor que le invita a probar el tibio manjar que
sabe a miel sin azúcar, ese néctar con el auténtico sabor afrodisíaco, que
inunda una mina que implora ser penetrada por ese pene erecto que él le ha
mostrado, tan grande, fuerte, rosado, potente, que se le acerca y se hunde
en ella con esos movimientos que la llevan al éxtasis, la abraza, ella puede
ver ese musculado cuerpo que la toma entre sus brazos, la sienta sobre él y
la hace suya… hasta producir la explosión orgásmica que baña los cuerpos
de dos amantes que se deshacen entre las sábanas de seda que cubren el
altar de su apasionado ritual.
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