Crimen Pedido

Indira Meza
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Al día siguiente ambos van a la aduana a primera hora de la mañana
y buscan el Lamborgini rojo de Athina, regresan a Barquisimeto, van por
el auto de Liar en el aeropuerto y ella continúa su camino hacia el castillo.
Entra, se cambia de ropa para ponerse más cómoda, por lo que busca
una bata de seda blanca en su armario y se dirige al estudio. Enciende su
computadora, abre un archivo de texto, ubica el cursor en la última página
y comienza a leer en voz alta el último párrafo de un libro que escribe desde
hace tiempo sobre “el psicópata y su cebo”:
“Al psicópata le interesa obtener el control de su ambiente inmediato.
Aunque todos tengamos algo de paranoicos, de neuróticos, entre otras
características emocionales un tanto desequilibradas, este personaje, miente,
manipula y aterroriza para lograr su cometido, así como a la vez siente
afición por todo lo que suponga el disfrute placentero como es el sexo, los
privilegios y el dinero.” —Culmina su lectura y comienza a escribir.
“Puede que algunas personas hayan leído la historia del retrato de
Dorian Gray y estas últimas palabras le hayan llevado a algunas escenas del
hermoso Dorian, sin embargo no hay que confundir lo maléfico con lo
diabólico, aunque a mi parecer son términos muy parecidos. Sí, el psicópata
puede sacar provecho de su belleza, puede usar los privilegios como
trampolín y el dinero para comprar lo que hay a su alrededor, pero también
puede valerse de sus encantos del personaje lleno de carencias y que sólo
quiere una oportunidad ante la vida, una cara bonita que comprenda sus
necesidades y desee ayudarle a superar esos grandes obstáculos contra los
que no ha podido. Mi personaje ya ha lanzado su cebo y el pez está a punto
de morder, lo que no sabe es que va a morir.”
—Suena su teléfono, es Brand— ¿Diga?
—Hola, lamento molestarte porque sé que estás muy ocupada.
—Dime Brand. —Brand suelta una sutil y corta risa.
—¿Quieres bailar esta noche?
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