Crimen Pedido

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Crimen Pedido
mano.
—No sabía que te iba eso de empalagar a las mujeres. —Responde
ella al comentario mientras recupera su mano.
—No hablemos de las mujeres sino de ti. Te digo que sólo he
intentado describirte de la forma más sencilla posible, porque para ser
franco me has dejado sin palabras. Todo lo que tenía pensado decirte, se
me ha ido cuando te vi entrar por esa puerta. En la exposición me pareciste
una mujer hermosa y enigmática, pero esta noche me has impactado; y de
verdad, perdóname pero es algo que no puedo disimular. —El camarero
les interrumpe para que él deguste y apruebe la cosecha de 1984 de Concha
y Toro.
—¡Exquisito! Sirva por favor. Bien Athina, ¡brindemos por ti!
—Y porque entre nosotros surjan estrechos lazos de amistad. —
Eso fue algo que lo dejó un tanto descolocado.
—¡Salud! —Brindan y él la mira como si buscara algo en ella,
mientras la mirada profunda y determinante de Athina arrasa con esos
segundos.
—Athina hay algo que me despierta cierta curiosidad, si estabas
viviendo en Europa, que de por sí es la madre del arte, tanto que cualquier
artista venezolano desearía presentar una exposición en una de esas
famosas galerías y museos de Francia, Italia… ¿Cómo es que has venido a
Venezuela, y ni siquiera a caracas, sino al museo de Barquisimeto a donar
una de tus esculturas? ¡Es que de verdad no logro entender qué hace una
artista como tú aquí! —Ella le dedicó una ambigua sonrisa.
—Es cierto, no lo entiendes y creo que jamás lo entenderás… todo
a su tiempo. —Le quedó mirando fijamente, levantó su copa, con el gesto
de un brindis por sus propios pensamientos, sonrío y bebió, en cambio
Brand quedó con un aire de cierta resignación sin saber a dónde enfocar su
mirada— Hablemos de ti Brand, ¿A qué te dedicas?
—Soy profesor de la Universidad Fernando Toledo y estoy pensando
en montar mi propio negocio.
—Que interesante… ¿Un negocio de qué?
—Quiero montar algo que tenga que ver con diseño de software
—A la vez que gesticulaba como si fuera el triunfador de sus sueños—