adam smith - Universidad de Navarra
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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO<br />
precisamente cuando se hizo más<br />
extensa e intentó conservar su carácter<br />
<strong>de</strong> única y común a todos los<br />
hombres.<br />
Si se aplica a la propiedad espiritual<br />
la solución aplicada a la material,<br />
entonces, para preservar la<br />
paz interior, también es necesario<br />
que la propiedad espiritual sólo<br />
sea privada. Al igual que la propiedad<br />
material necesita <strong>de</strong> un gobierno<br />
mínimo y fuerte, basta con que<br />
cada uno sea juez y legislador <strong>de</strong><br />
su propia conducta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva<br />
<strong>de</strong> un juicio societario —el<br />
juicio <strong>de</strong>l espectador imparcial—.<br />
La propiedad espiritual queda<br />
asegurada por un gobierno que no<br />
es eclesiástico sino moral, un gobierno<br />
que, como el civil, es mínimo<br />
y también público. Lo privado<br />
no se opone tanto a lo público como<br />
a lo común —en su sentido clásico—.<br />
De hecho, lo privado se hace<br />
público, pero no común. ¿Qué<br />
significa esto? Que lo privado no es<br />
comunicable; es simplemente reconocido<br />
como privado en el ámbito<br />
público. Se ha <strong>de</strong> hacer público<br />
para que sea reconocido a nivel social<br />
como perteneciente a un dueño<br />
particular, <strong>de</strong> modo que no pueda<br />
ser usurpado. Ocurre algo parecido<br />
con la propiedad espiritual: el<br />
comportamiento moral es fruto <strong>de</strong><br />
un juicio que equilibra las pasiones,<br />
a pesar <strong>de</strong> que ese juicio privado<br />
es público, pues es el juicio<br />
que haría la sociedad y el espectador<br />
imparcial bien informado.<br />
La analogía entre el gobierno civil<br />
y el gobierno moral se muestra<br />
también en la cuestión relativa al<br />
castigo. El gobierno civil asegura la<br />
propiedad, y somete a castigo a<br />
quien no la respeta. Ese castigo lo<br />
prescribe la ley, el <strong>de</strong>recho. Moralmente<br />
uno también sufre castigo<br />
cuando no se comporta conforme<br />
a las exigencias <strong>de</strong> nuestra naturaleza,<br />
es <strong>de</strong>cir, cuando su propiedad<br />
espiritual —su comportamiento<br />
moral y su virtud— no está asegurada<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el juicio público, porque<br />
no coinci<strong>de</strong> con aquello que la<br />
sociedad estima como justo o correcto.<br />
En ese caso, el castigo es el<br />
remordimiento, el reproche y la falta<br />
<strong>de</strong> estima por parte <strong>de</strong> los otros.<br />
Para que el gobierno civil vigile mínimamente,<br />
la vigilancia <strong>de</strong>l gobierno<br />
moral ha <strong>de</strong> ser la máxima posible,<br />
pues si no, aquél no podría hacerlo<br />
<strong>de</strong> modo mínimo, que es lo que preten<strong>de</strong><br />
Smith, quien no admite <strong>de</strong><br />
ninguna manera el soberano absoluto<br />
<strong>de</strong> Hobbes ni su intento <strong>de</strong><br />
aglutinar la libertad individual <strong>de</strong><br />
ADAM SMITH:<br />
INTERÉS PARTICULAR Y BIEN COMÚN<br />
Raquel Lázaro Cantero 47