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EL DISCURSO POLíTICO DE MANUEL FRAGA - Universidad ...

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Administración Única que es un neocentralismo con reminiscencias del “Estado Único”<br />

formulado por Onésimo Redondo y Ramiro de Ledesma.<br />

Realmente, el concepto de administración única que baraja Fraga forma parte del primero de los<br />

caracteres propios que posee todo territorio (unico, indivisible, impenetrable e inalienable), e<br />

implica el reconocimiento de la personalidad jurídica de un Estado como territorio único.<br />

Fraga asentó su Administración Única sobre cuatro pilares: autoidentificación, autogobierno (en<br />

el sentido del “self-government” anglosajón), solidaridad y participación. Como presidente de la<br />

Xunta dice que las comunidades autónomas “son expresión del autogobierno de nuestras<br />

nacionalidades y regiones”. Pero el autogobierno no es más que la respuesta a esa vocación<br />

unitaria que posee todo estado, sea federal o centralista, por el simple hecho de ser estado.<br />

Fraga cita a Hegel, el filósofo que inspiró un nacionalismo mesiánico, y escoge su concepto de<br />

“authebung” que, según el político gallego, designa la integración, sin desaparición, de un grupo<br />

social en otro mayor. Pero el contenido del término hegeliano también expresa aquella idea de<br />

que en la historia no desaparece nada totalmente nuevo ni se crea nada que no sea radicalmente<br />

nuevo, que el filósofo utilizó para defender el determinismo histórico de algunas naciones, pues<br />

afirmaba que la historia y el nacionalismo tienen un objeto hacia el que todo tiene y los estados<br />

son los mediadores de ese destino histórico.<br />

Con el paso del tiempo, Fraga también se olvidará de aquellas primeras manifestaciones en las<br />

que afirmaba que “la centralización no es un mal en si mismo, porque “qué sería de España, sin<br />

el proceso de centralización política y administrativa iniciado por los Reyes Católicos”, y decía<br />

que había que “tomar precauciones” frente a los partidos que “no han olvidado sus programas<br />

federalistas”.<br />

Lo mismo ocurrirá con sus elogios al Fondo de Compensación y el Senado (del que más tarde<br />

pedirá su reforma) como garantes de la solidaridad.<br />

Con la llegada de los socialistas al poder, Fraga criticará al Gobierno en lo mismo que años<br />

antes le criticaban a él y también se volverá más reivindicativo. Así, pasará a referirse a un<br />

“centralismo trasnochado y equivocado” que entorpece el desarrollo de nuestro Estado<br />

autonómico, que es -asegura- “de corte casi federal”, y hablará de “ampliar las posibilidades”<br />

que ofrece la Constitución de delegar competencia y realizar todas las transferencias que sean<br />

susceptibles de ser transferidas.<br />

Critica la legislación estatal, porque “el modelo previsto en aquella legislación responde a una<br />

estructura centralizada y tradicional” y, en su etapa gallega, incluso recordará que Galicia “no lo<br />

tuvo fácil” en 1979, cuando presentó a las Cortes el segundo proyecto de autonomía -y él estaba<br />

allí- y cuando se produjeron aquellas “incomprensiones” y los “absurdos intentos de recortar el<br />

libre ejercicio al que Galicia tenía derecho”.<br />

Fraga también pasará de afirmar, en 1988, que “es la hora de los regionalismos”, diciendo que<br />

“en nuestro siglo XX es cuando más se aprecia la implantación de las ideas regionalistas”<br />

defendidas por Brañas, a hablar, posteriormente, de las “nacionalidades y regiones” de España,<br />

para acabar defendiendo un “sistema autonómico federalizante”. Y, desde luego, no es<br />

equiparable el nivel de participación de las regiones en la formación de la voluntad estatal que al<br />

que puedan tener los Estados miembros de una Federación, cuyo nivel de autogobierno es<br />

mucho mayor.<br />

Así, la reforma de la Constitución, por ejemplo, requiere un concurso de los estados miembros<br />

de la Federación, que no es equiparable a la participación que puedan tener las regiones en esa<br />

reforma. El regionalismo en España, al igual que ocurrió en Fracia e Italia, se alincó con<br />

posiciones políticas legitimistas e hiperconservadoras, aunque a medida que avanzó el siglo<br />

Xlix, empezó a enriquecerse con las voces del nacionalismo moderado. La prétensión del<br />

regionalismo era ofrecer un instrumento integrador al nacionalismo dentro del Estado, con el<br />

ánimo de disminuir el alcance de sus reivindicaciones.<br />

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