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EL DISCURSO POLíTICO DE MANUEL FRAGA - Universidad ...

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desde luego, no son la historia de las persecuciones por los católicos, sino de éstos” y cita<br />

también la historia de la constitución de 1931 donde se ordenó la expulsión de los jesuitas. “Este<br />

articulo permite la superación de las viejas querellas y nos obliga a todos a superar nuestros<br />

prejuicios o sectarismos de una forma u otra (...) y lo que no puede negarse es que la mayoría de<br />

los españoles son y se sientes cristianos, y, dentro de esto, cristianos católicos”.<br />

Manuel Fraga afirma que “podríamos haber mantenido la tesis del estado confesional con ciertos<br />

límites con tal de que fuera perfectamente compatible con la libertad religiosa y, sin embargo, no<br />

lo hemos mantenido. No hemos insistido en ello. Hemos prescindido de toda clase de privilegios<br />

y hemos aceptado, por primera vez en nuestra historia, lo que era necesario: una separación<br />

amistosa, no hostil, no opresora, de la Iglesia y el Estado”, añade.<br />

Con respecto a las referencias del señor Barrera, dice que “sobre sus observaciones acerca de la<br />

existencia real de esa mayoría católica y de otras confesiones y el establecimiento de que el<br />

Estado deba tener con todos relaciones de cooperación, es redundante, impreciso y difícil de<br />

aplicar, nosotros decimos lo contrario” “¿Que hay necesidades más vitales? -continúa- lo siento<br />

señor Barrera, pero creo que, efectivamente, el orden de prioridades y una referencia al espíritu<br />

de los españoles, a su moral, a lo que para muchos que se sienten religiosos y profundamente<br />

tales, les permite resolver lo que para ellos son las grandes necesidades de la conformidad<br />

consigo mismos y mirar al más allá de una manera que les tranquilice, pensando que sus<br />

antepasados están enterrados en tierras sagradas y que sus hijos reciben la escolaridad que ellos<br />

creen que les conviene para ser, como ellos, buenos cristianos y, como tales, mejores españoles”<br />

[obsérvese cómo identifica el ser buen español con el ser buen cristiano].<br />

Fraga dice estar de acuerdo con desvincular Iglesia y Estado, “pero eso es una cosa y otra,<br />

hipócritamente, negar la realidad de que el hecho religioso es un hecho social”.<br />

En este sentido, cabe recordar las declaraciones a los medios de comunicación que el día 15 de<br />

noviembre de 1994 hizo monseñor Yanes, aconsejando una alternancia en el poder con una<br />

limitación de dos legislaturas para los gobernantes, y añadió que “a mi, personalmente, me<br />

agradaría que hubiera un cambio, a lo que la diputada del PP, Loyola de Palacio, respondió que<br />

lo que Yanes dice es un clamor popular, mientras que Rosa Aguilar de Rl puntualizó que<br />

“zapatero a tus zapatos” y Belloch y Almunia recordaron el “peso” del pasado en los discursos.<br />

También el Papa comparaba por aquel entonces la segunda república con “algunos regímenes<br />

totalitarios” con los que uno de sus antecesores Pio XI, “tuvo que medirse”. Una de las<br />

reflexiones que se extraen a colación de estas declaraciones es que la historia política de las<br />

distintas instituciones y partidos es cíclica, o al menos es fruto de la evocación retrospectiva<br />

como método vigente de practicar la política utilizando en los discursos los prejuicios.<br />

Fraga incluso llega a hablar de un Dios ideológico pues “para la mayoría de los españoles, Dios<br />

es superador de todo materialismo”. El fundador de AP responde a Carrillo que cuando él<br />

hablaba de las provocaciones contra la República, “presumía que el cardenal Segura y<br />

Federico Silva, que entonces debía usar pantalón corto, paseando por Zamora, fueron los que<br />

quemaron las iglesias<br />

Fraga asegura estar convencido de que “la falta de respeto por la verdad, típico de la doctrina del<br />

materialismo dialéctico, sigue siendo la misma” y advierte que “las fuerzas del progreso cada<br />

uno sabrá cuáles son”, y aclara que “aquellos que piensen que el progreso consiste en dejar a un<br />

lado lo religioso, creo que no son, en modo alguno, fuerzas de progreso verdadero, sino del peor<br />

de los retrocesos, en contra de los caminos del Espíritu”.<br />

Pero es necesario recordar que el materialismo también supeditó el conocimiento de la verdad a<br />

una superestructura y criticó que lo que defendía el capitalismo no era la verdad, sino una<br />

distorsión condicionada por las clases. Los marxistas negaron la existencia de una verdad<br />

suprema. La verdad, afirmaron, está socialmente condicionada y supeditada al tiempo y el<br />

espacio y no podemos separarla de los intereses prácticos que están en juego. Marx afirmó que<br />

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