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EL DISCURSO POLíTICO DE MANUEL FRAGA - Universidad ...

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podido comprobar en los capítulos anteriores, se definió a través de la aparición de instituciones<br />

y valores como Patria, unidad del Estado, familia, orden público y el sentimiento cristiano.<br />

La izquierda se reconstruye entonces como opción. El marxismo se dirige como acusación hacia<br />

las fuerzas de izquierda y lanzada desde posiciones de derecha y extrema derecha. Cuando se<br />

habla de marxismo, se intenta englobar en el mismo paquete a toda la izquierda. La derecha<br />

habla de la izquierda como marxista y de los marxistas como revolucionarios. Los métodos<br />

pacíficos y reformistas de los que hace gala la izquierda no parecen animar demasiado a Alianza<br />

Popular y busca contradicciones básicas en los postulados que mueven a los partidos de<br />

izquierda, llegando a vincular marxismo con rojos en el más tradicional uso de la palabra.<br />

También surgen en la escena política los términos de consenso y conflicto a la hora de debatir el<br />

proyecto constitucional. Aunque ambos términos ya fueron estudiados por teóricos como<br />

Pardo, Weber y Dabrendorf, parece que en la transición española se trata de revitalizar la<br />

teoría del contrato para aceptar la unánime aceptación de detenninados principios a través del<br />

diáiogo, y superando el “velo de la ignorancia’, en expresión de Habermas.<br />

Pero el consenso en la transición no fue un argumento de diálogo y comunicación, sino<br />

justamente todo lo contrario, un argumento silenciador para desdramatizar la vida política<br />

española de la mano de la prudencia y así se evitó decir algunas cosas y tocarcienos temas.<br />

Cuando el consenso aparece como moderación, tolerancia y argumento de convivencia para la<br />

reconciliación nacional, la derecha mantiene su preocupación por el orden con su clara intención<br />

subyacente de relacionar convivencia con paz social, estabilidad y equilibrio. Aparece el<br />

consenso como acuerdo y pacto racional a través de la ‘imposición<br />

t del diálogo cuya primera<br />

expresión fueron los Pactos de la Moncloa, y que como se podrá observar en este capítulo,<br />

fueron rechazados por Fraga en este sentido.<br />

En la búsqueda por la armonía de intereses, la ambigtiedad se conviene, paradójicamente, en el<br />

fundamento de la comprensión y el consenso. La palabra consenso motivó entonces conflictos<br />

internos hasta caer en cierto desprestigio político. Como se podrá observar en este capítulo de la<br />

tesis, Alianza Popular, y concretamente su ponavoz, Manuel Fraga, realizó los ataques más<br />

duros a la política de consenso y pretendió fijar sus límites. La desconfianza se encauzaba a<br />

través de un argumento claramente conservador a favor del orden y una política fuerte y sin<br />

ambiguedades. Surgió el consentimiento por parte de la derecha más dura de que “ya está bien”,<br />

que el consenso había servido para a]gunas cosas pero que no podía justificar todas 5i que el país<br />

necesitaba una política de “mano dura’. La difamación del consenso pasó por laconversión del<br />

término en otros despectivos, tales como pasteleo o aguachirle, el primero referido a la forma de<br />

confección y el segundo al resultado del consenso.<br />

A partir de las primeras elecciones democráticas celebradas en junio de 1977, la tendencia a la<br />

colaboración entre los distintos grupos no sólo se atenuó sino que se agudizó. Si antes se<br />

necesitaban para salir del franquismo, ahora había que edificar la democracia, y la crisis<br />

económica acentuó esta necesidad. Surgieron entonces los argumentos de conflicto y crisis, dos<br />

conceptos que irán unidos a lo largo de todo el proceso de la transición. Aunque dejamos el<br />

análisis del discurso económico de Fraga para otro capítulo posterior, cabe subrayar el<br />

argumento de que el proceso de transición a la democracia se habría propiciado y estimulado si<br />

se hubiese acompañado de un período de prosperidad económica. Pero ocurre lo contrario, y, tal<br />

y como se refleja en los discursos de Fraga, la derecha trata de endosar el pesimismo económico<br />

a la naciente democracia y crisis económica que puede crearse en el inconsciente colectivo<br />

nacional. Fraga aprovecha entonces para vincular la democracia con el advenimiento de la crisis<br />

económica.<br />

Metidos ya en las cuestiones ideológicas, hemos comprobado en el capítulo II y podremos<br />

observar a lo largo de éste, cómo, aunque todos los líderes políticos presentan el terrorismo<br />

como uno de los peores enemigos de la democracia, Fraga hace especial hincapié en conectar<br />

estrechamente el terrorismo con el término “revolución” y considerar a los panidos de izquierda<br />

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