EL DISCURSO POLíTICO DE MANUEL FRAGA - Universidad ...
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Ya en el mes de septiembre, Fraga afirmará que “todos sabemos las buenas intenciones que tiene<br />
el Gobierno, no dudamos de ellas, las repite muy a menudo, y, por lo tanto, no hay duda de<br />
ninguna clase de que está convencido de las mismas, del mismo modo que un viejo adagio dice<br />
que el infierno está siempre lleno y empedrado, incluso, de buenas intenciones, infierno que en<br />
este caso pudiéramos decir que es aquel que don José Ortega y Gasset describía como el<br />
infierno de la frivolidad”.<br />
Felipe González llega a reprochar a Fraga, en otro punto del orden del ida, que “ha empezado<br />
diciendo que le da igual cuál es el grado de satisfacción que pueda tener el jefe del Gobierno,<br />
que a él qué más le da el grado de satisfacción” pero que “en el mes de junio, recordará el señor<br />
Fraga, que contestaba a una pregunta que me hacía él mismo y que decía ¿cuál es el grado de<br />
satisfacción del presidente del gobierno?. Si no le interesa ahora no me lo pregunte, no es mi<br />
contradicción; tengo que contestar por cortesía parlamentaria y deferencia a la pregunta, y<br />
literalmente la pregunta era ésta” y más tarde le dirá que “yo quiero hacerle al señor Fraga. más<br />
que una apelación de principios, un silogismo, algo que conduce a un resultado y se apoya en<br />
cifras”. Fraga le contestará que “sobre los silogismos, yo creo que no se ha hecho aquí ningún<br />
silogismo convincente, más bien se ha hecho un paralogismo. Se ha intentado justificar que<br />
porque uno hace ciertas cosas luego vendrán las consecuencias. El problema está en saber<br />
cuándo y cómo se van a producir”. Las disputas nominalistas también son frecuentes en los<br />
debates, como se puede comprobar.<br />
En el debate sobre el Estado de la Nación celebrado en el mes de octubre se observa, una vez<br />
más la discusión un tanto subida de tono que González y Fraga mantienen en cuanto a<br />
referencias mutuas, con referencias que trascienden el plano político y llegan hasta el personal.<br />
Fraga dice que “acabamos de escuchar al señor presidente del Gobierno su acostumbrado<br />
discurso, abundante en palabras, sembradas de buenas intenciones y generoso en promesas”.<br />
“Lástima grande -continúa- que todo ello, una vez más, tenga tan poco que ver con la realidad<br />
del estado de nuestra nación, esa España concreta en la que vivimos. Parece demostrado que la<br />
reclusión en el Palacio de la Moncloa y el veranear lejos del pueblo de uno (rumores) propende a<br />
crear un mundo irreal y de tintes rosáceos muy ajeno a la vida normal de los españoles de a pie<br />
(...) ¿pero es que tras las cortinas y las moquetas de los palacios oficiales no se oyen los gritos de<br />
los trabajadores de los astilleros? (...) al parecer la culpa no es del gobierno sino de que los<br />
españoles<br />
Fraga señala que “efectivamente, es obvio que nadie duda de sus buenas intenciones, de lo que<br />
se duda cada vez más es de la más elemental capacidad •para realizarlas (...) no estamos<br />
haciendo una lista de disposiciones, no estamos haciendo una exposición de proyectos de futuro;<br />
lo s hemos iodo todos ellos reiteradas veces y en diversas versiones a lo largo de los últimos<br />
años. No estamos estudiando el estado de ánimo ni, por supuesto, tenemos la menor duda de la<br />
limpieza de quien dice estas cosas, aunque quizá empiecen a reiterarse ya demasiado este tipo de<br />
afirmaciones. De lo que se trata es de saber cómo viven los españoles de hoy como consecuencia<br />
de la gestión del Gobierno socialista. Pues bien, la Nación (sic) española está ciertamente en<br />
estado, pero no en estado interesante, sino embarazada por el socialismo y su política (risas).<br />
“Estamos en una época de vacas flacas que -continúa- como las vacas bíblicas, no solo están<br />
comiendo lo que quedó de las vacas gordas, sino que pretenden explicarnos que lo que están<br />
destruyendo lo hacen pro nuestro bien (...) pero lo que es verdad es que hay menos de todo.<br />
Menos consumo, menos inversión, menos ilusión”. Ahora habla de ilusión y anteriormente<br />
renunciaba a estudiar el estado de ánimo. Para reflejar el estado de la nación durante este año,<br />
Fraga utiliza un símil religioso y afirma que “en realidad, como los diez Mandamientos, se<br />
reducen a dos: primero estamos peor que hace dos años; segundo, podríamos estar mejor”.<br />
Fraga afirma que “la gran promesa socialista, la gran ilusión de su mensaje electoral fue la<br />
reactivación y la creación de empleo: iba delante del programa (...) por ello el empleo es el<br />
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