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EL ANIMAL SOCIAL - Ediciones B

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46 <strong>EL</strong> <strong>ANIMAL</strong> <strong>SOCIAL</strong><br />

suras inopinadas ya no serían una característica de su vida y que<br />

el matrimonio no era sólo una prolongación de la niñez con la<br />

comida servida en una fuente y sexo regular.<br />

Rob acabó entendiendo, gracias a frases —interrumpidas por<br />

largas pausas glaciales— de las que uno utiliza cuando quiere<br />

explicar algo a un niño particularmente estúpido, que en lo sucesivo<br />

la vida iba a suponer un nivel distinto de compromiso<br />

y planificación conjunta, y que habría que ir erradicando ese<br />

pensamiento despreocupado, de hago-lo-que-quiero-cuandoquiero.<br />

En cuanto en la cabeza de Rob se produjo este cambio inconsciente<br />

de paradigma, la relación avanzó sin demasiadas complicaciones.<br />

Ambos promulgaron su propia doctrina Monroe<br />

doméstica, con partes de su vida consideradas sagradas y en las<br />

que inmiscuirse se habría entendido como un acto de guerra. A<br />

ambos les satisfacían los afectuosos actos de compromiso que<br />

cada uno había hecho en pro del otro. Rob admiraba su propia<br />

nobleza desinteresada cada vez que se acordaba de bajar la tapa<br />

del váter. Julia se comparaba calladamente con la Madre Teresa<br />

siempre que fingía disfrutar con las películas de acción.<br />

Y de este modo comenzó la división conyugal del trabajo.<br />

Ambos tendían hacia áreas de superior envergadura. Por ejemplo,<br />

de alguna manera Rob asumió el control de la planificación<br />

de las vacaciones, pues se consideraba secretamente el Robert E.<br />

Lee de los viajes, el brillante estratega que podía sobreponerse a<br />

un vuelo cancelado, al embrollo de un aeropuerto o a un lío de<br />

hotel. Eso significaba que Julia tenía que aguantarse en ese aspecto.<br />

No obstante, para ella era mejor esto que ir a una agencia de<br />

viajes y hacer reservas de hotel. Entretanto, ella se encargaba de<br />

todos los aspectos del entorno material. Si Rob no tenía criterio<br />

en sus visitas a tiendas de muebles en la onda pero informales,<br />

difícilmente cabría esperar que dijera la última palabra a la hora<br />

de tomar las decisiones de compra.<br />

Por lo general, la satisfacción conyugal sigue una curva en<br />

forma de U. 39 En los primeros años, las parejas deliran de felicidad.<br />

Su satisfacción percibida disminuye y toca fondo cuando<br />

los hijos llegan a la adolescencia, y sube de nuevo cuando se ju-

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