EL ANIMAL SOCIAL - Ediciones B
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MINDSIGHT 53<br />
ta y acostado sobre el pecho de su madre, Harold ya era una<br />
pequeña máquina de establecimiento de lazos afectivos y contaba<br />
con un repertorio de habilidades que le ayudaban a comunicarse<br />
con aquellos a quienes amaba.<br />
En 1981, Andrew Meltzoff anunció una nueva era de la psicología<br />
infantil cuando le sacó la lengua a un bebé de cuarenta y<br />
dos minutos de vida. 57 El bebé le sacó la lengua a él. Era como si<br />
el niño, que nunca había visto una lengua, intuyera que la extraña<br />
colección de sombras que tenía delante eran una cara, que la<br />
cosa pequeña del centro era una lengua, que la cara correspondía<br />
a una criatura, que la lengua era algo aparte de él, y que él tenía<br />
una aleta parecida que también podía mover.<br />
El experimento se ha repetido con bebés de diferentes edades,<br />
y desde entonces los investigadores se han lanzado en busca de<br />
otras capacidades. Y las han encontrado. En otro tiempo se creía<br />
que los niños pequeños eran pizarras en blanco. Pero cuanto más<br />
analizan los investigadores, más impresionados se quedan de lo<br />
mucho que saben los bebés al nacer y de lo mucho que aprenden<br />
durante los primeros meses.<br />
La verdad es que, ya antes del parto, heredamos un gran caudal<br />
de conocimiento, un enorme flujo de patrones procedentes<br />
de muchas épocas y fuentes. Llamamos «genética» a la información<br />
que viene de lo más remoto del pasado evolutivo. A la información<br />
revelada hace unos miles de años la denominamos<br />
«religión». A la que nos es transmitida desde hace unos cientos<br />
de años la llamamos «cultura». La que nos ha llegado desde hace<br />
unas décadas lleva por nombre «familia», y la ofrecida durante<br />
años, meses, días y horas es la educación y el asesoramiento.<br />
Pero todo es información, y todo fluye desde los muertos, a<br />
través de nosotros, hasta los aún no nacidos. El cerebro se adapta<br />
al río de conocimientos y sus muchos afluentes y corrientes, y<br />
existe como criatura de ese río igual que existe una trucha en un<br />
riachuelo. Nuestros pensamientos están profundamente moldeados<br />
en este largo flujo histórico, y ninguno de nosotros existe,<br />
por su propio esfuerzo, aislado de aquél. Así pues, incluso un<br />
recién nacido posee este rico legado, y está hecho para asimilar<br />
más y contribuir a su vez a esa larga corriente.