Las lecturas que se presentan en esta Antología - ulloa vision
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III<br />
Giambattista Vico nació <strong>en</strong> Nápoles <strong>en</strong> 1668 y vivió allí o <strong>en</strong> sus alrededores hasta su muerte <strong>en</strong><br />
1744. A través de su larga vida fue poco conocido, si<strong>en</strong>do un verdadero ejemplar del p<strong>en</strong>sador<br />
solitario. Fue educado por sacerdotes, trabajó algunos años como tutor privado, llegó a <strong>se</strong>r profesor<br />
m<strong>en</strong>or de retórica <strong>en</strong> la Universidad de Nápoles, y después de muchos años de componer<br />
inscripciones, panegíricos <strong>en</strong> latín y biografías laudatorias para los ricos y los grandes, para poder<br />
increm<strong>en</strong>tar su magro ingreso, fue premiado <strong>en</strong> los últimos años de su vida al <strong>se</strong>r nombrado<br />
funcionario historiógrafo del virrey austríaco de Nápoles.<br />
Estaba impregnado de la literatura del humanismo, <strong>en</strong> los autores clásicos y <strong>en</strong> antigüedades, y<br />
especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> jurisprud<strong>en</strong>cia romana. Su m<strong>en</strong>te no era analítica o ci<strong>en</strong>tífica sino literaria e<br />
intuitiva. Nápoles, bajo gobernantes españoles y austríacos, no <strong>esta</strong>ba a la vanguardia del nuevo<br />
movimi<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico; aun<strong>que</strong> ci<strong>en</strong>tíficos experim<strong>en</strong>tales trabajaban lo mismo <strong>que</strong> la iglesia y la<br />
Inquisición. Sobre todas las cosas, el Reino de las Dos Sicilias era una especie de remanso y Vico,<br />
<strong>que</strong> por inclinación era un humanista religioso con una rica imaginación histórica, no simpatizaba con<br />
el gran movimi<strong>en</strong>to ci<strong>en</strong>tífico materialista determinado a barrer las ultimas reliquias de la metafísica<br />
escolástica. De todos modos, <strong>en</strong> su juv<strong>en</strong>tud cayó bajo el dominio de las nuevas corri<strong>en</strong>tes de<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to: leyó a Lucrecio y la concepción epicúrea del gradual de<strong>se</strong>nvolvimi<strong>en</strong>to humano desde<br />
los principios primitivos y <strong>se</strong>mibestiales <strong>se</strong> mantuvo <strong>en</strong> él, a pesar de su fe cristiana, toda su vida.<br />
Influido por el todopoderoso movimi<strong>en</strong>to Cartesiano, com<strong>en</strong>zó por creer <strong>que</strong> la matemática era la<br />
reina de todas las ci<strong>en</strong>cias. Pero evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te algo <strong>en</strong> el <strong>se</strong> rebelaba contra esto. En 1709, a la<br />
edad de 40 años, <strong>en</strong> una confer<strong>en</strong>cia inaugural, con la <strong>que</strong> los profesores de la Universidad de<br />
Nápoles <strong>esta</strong>ban obligados a principiar cada año académico, hizo publica una apasionada def<strong>en</strong>sa<br />
de la educación humanista: la m<strong>en</strong>te (ing<strong>en</strong>ia) de los hombres era conformada por el l<strong>en</strong>guaje las<br />
palabras y las imág<strong>en</strong>es <strong>que</strong> les fue legado, no m<strong>en</strong>os <strong>que</strong> sus m<strong>en</strong>tes, a su vez, conformaban sus<br />
modos de expresión; la bús<strong>que</strong>da de un estilo llano, neutral, como el int<strong>en</strong>to de preparar al jov<strong>en</strong><br />
exclusivam<strong>en</strong>te a la <strong>se</strong>ca luz del método analítico cartesiano, t<strong>en</strong>día a robarle su poder imaginativo.<br />
Vico def<strong>en</strong>día la rica, tradicional "retórica" italiana, recibida <strong>en</strong> her<strong>en</strong>cia de los france<strong>se</strong>s humanistas<br />
del R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to contra el estilo austero y desinflado de los france<strong>se</strong>s nacionalistas y modernistas,<br />
influidos por la ci<strong>en</strong>cia.<br />
Evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te continuó dando vueltas a los dos métodos contrastados, pues el sigui<strong>en</strong>te año llegó a<br />
una conclusión verdaderam<strong>en</strong>te sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te: la matemática era ciertam<strong>en</strong>te, como siempre <strong>se</strong><br />
había declarado, una disciplina <strong>que</strong> conducía a proposiciones de validez universal, absolutam<strong>en</strong>te<br />
claras, irrefutables. Pero esto no era así por<strong>que</strong> el l<strong>en</strong>guaje de la matemática fuera una reflexión de<br />
la estructura básica e inalterable de la realidad, como los p<strong>en</strong>sadores desde los días de Platón, y<br />
aun de Pitágoras, lo sostuvieron: esto era así por<strong>que</strong> la matemática no era una reflexión de algo. La<br />
matemática no era un descubrimi<strong>en</strong>to, sino una inv<strong>en</strong>ción humana: com<strong>en</strong>zando con definiciones y<br />
axiomas de su propia elección, los matemáticos podían, por medio de reglas de las cuales ellos u<br />
otros hombres eran autores, llegar a conclusiones <strong>que</strong> ciertam<strong>en</strong>te ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una <strong>se</strong>cu<strong>en</strong>cia lógica,<br />
por<strong>que</strong> las reglas, definiciones y axiomas hechas por el hombre t<strong>en</strong>dían a <strong>que</strong> eso fuera así. La<br />
matemática era una especie de juego (aun<strong>que</strong> Vico lo llama así), <strong>en</strong> el <strong>que</strong> la cu<strong>en</strong>ta y las reglas<br />
eran hechura humana: los movimi<strong>en</strong>tos y sus implicaciones eran ciertam<strong>en</strong>te exactos, pero a costa<br />
de no describir nada: un juego de abstracción por sus creadores. Una vez <strong>que</strong> este sistema fue<br />
aplicado al mundo natural por ejemplo, como <strong>en</strong> la física o la mecánica predijo verdades<br />
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