Cantar hormigas periodismoenrc
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CAPÍTULO TRES<br />
Ni solos ni mal acompañados. Fuentes, audiencias y<br />
participación en la producción periodística<br />
El 14 de abril de 2005 la movilización en las calles de Quito no había sido tan masiva como meses<br />
antes, pero es un día que todos recuerdan por la frase que le dio nombre a las y los<br />
manifestantes: unos «forajidos fueron a atacarme a mi domicilio», había dicho el por entonces<br />
presidente Lucio Gutiérrez. Esa misma tarde, a través de los micrófonos de La Luna y de todos los<br />
parlantes de Quito, empezó a circular una invitación. Una mujer propuso salir nuevamente a las calles<br />
del centro colonial de la capital ecuatoriana, esta vez, cacerolas en mano.<br />
Desde ese día la radio fue el canal privilegiado para convocar a las movilizaciones. Hombres, mujeres,<br />
niños y niñas llamaron e hicieron fila en la radio para convocar a la rebelión de los «forajidos».<br />
La Luna se convirtió en un símbolo de resistencia. A pesar de las amenazas constantes,<br />
la censura, las interferencias y un juicio donde corrió riesgo la frecuencia, la radio abrió sus puertas<br />
y sus micrófonos. Cuando los transmisores fueron silenciados, radios de todo el país y<br />
del continente entero retransmitieron la señal.<br />
Desde La Luna se articuló el movimiento auto-convocado de «forajidos» que no se conformó con<br />
la destitución de la Corte Suprema y que no descansó hasta lograr la destitución de Gutiérrez,<br />
el tercer presidente ecuatoriano derrocado a partir de procesos de protesta social.<br />
En los barrios, en el campo, en los pueblos, en las ciudades, las radios comunitarias<br />
son espacios de encuentro. Mucho más que «radios», más que medios de comunicación.<br />
Abren sus micrófonos a expresiones diversas. Abren sus puertas a la confluencia de grupos<br />
y al intercambio. Comparten proyectos, sueños, ideales. Los construyen con otros y<br />
otras que desean lo mismo. Tejen redes donde potencian sus fuerzas. Entablan vínculos<br />
que dan por tierra con el esquema emisor-receptor como extremos aislados del proceso<br />
de comunicación. Cancelan la separación entre el «adentro» y el «afuera» de la radio.<br />
Los límites son intencionalmente difusos. Y el «medio» es un espacio que acerca.<br />
«La alternatividad comunicacional no se construye con independencia de los<br />
procesos económicos, sociales y culturales dominantes ni de las dinámicas de los movimientos<br />
sociales de transformación. Por lo tanto es imposible otorgarles una dimensión<br />
a sus potencialidades de transformación al margen de los procesos sociales hegemónicos<br />
y de las estrategias de las resistencias.» 33<br />
Armand Mattelart y Jean Marie Piemme lo afirmaron hace veinticinco años: «la<br />
creación de una alternativa de comunicación está más vinculada que nunca a la producción<br />
de nuevas relaciones sociales. Adelantamos esto pronunciándonos en contra de toda<br />
ilusión que espere la transformación social de una comunicación salvadora pero también<br />
en contra de toda mitología que hace creer que sólo la llegada de la Gran Noche<br />
podrá engendrar una comunicación nueva.» 34<br />
33. Colectivo La Tribu. «La radio es sus consecuencias» en Vinelli, Natalia y Rodríguez Esperón, Carlos (comps).<br />
Contrainformación. Medios alternativos para la acción política. Ediciones Continente, Buenos Aires, 2004.<br />
34. Mattelart, Armand y Piemme, Jean Marie. La televisión alternativa. Anagrama, Barcelona, 1981.<br />
CAP. TRES / PÁG. 43<br />
EL CANTAR<br />
DE LAS HORMIGAS