166 may/jun 2013 - Odebrecht Informa

n mi colegio había un aguacate con una
“ Einmensa copa. Un día me senté bajo el
árbol y lloré todas mis cuitas. Sabía que,
a partir de aquel momento, la vida seguiría
solo hacia adelante. No tenía retorno”.
Esas palabras son de Zabelita Iop. Recuerda el
período de la adolescencia que pasó en un internado
de monjas, en Pato Branco (Paraná), lejos de su casa,
de la infancia, de los amigos y de la familia.
Zabe, como se la conoce, nació y creció en un mundo
que parecía muy limitado: una pequeña comunidad
italiana en el interior del estado de Santa Catarina,
llamada Faxinal dos Guedes. Hasta que, a los 7 años,
leyó un ejemplar de Peter Pan que sería enviado para
ser reciclado en una fábrica de papel vecina a su casa.
“De ahí en adelante comencé a soñar que estaba volando”.
No tardó mucho en levantar vuelo.
A los 10 años, se fue a vivir a una comunidad vecina,
Varjeão, para cuidar a una sobrina recién nacida. Lejos
de los padres. Después, el internado en Pato Branco,
la facultad en Palmas (PR), el trabajo en un banco en
Cuiabá y luego la oportunidad de trabajar en Odebrecht,
en la misma ciudad. La vida se mueve.
Comenzó a viajar por Brasil con la Constructora Norberto
Odebrecht, donde trabajaba en el área administrativa,
porque tenía experiencia anterior en bancos. Fue
cuando surgió una oportunidad para trabajar en Angola.
Allí conoció al amor de su vida: Rodney Carvalho, actual
Director de Infraestructura de Odebrecht Argentina.
Con Rodney, Zabelita siguió viajando, pero, en determinado
momento salió de la empresa para acompañar
los vuelos del marido. En aquella época, pasó a
dedicarse a otra pasión: el trabajo social y la ayuda a
mujeres expatriadas.
Vivió en Perú durante 15 años, y estableció una sólida
relación con el país y su gente. Fueron 10 años de
trabajo en las cunas (guarderías) peruanas. Zabelita
lo recuerda bien: a cada amiga que se iba del país se
le regalaba una mesita de artesanía típica. “El día que
recibí la mía, no lo podía creer. No hubo alternativa,
lloré nuevamente”, cuenta, en medio de sonrisas.
Zabelita, 50 años, vive en Argentina desde hace casi
dos años. Allí se unió a otras 30 mujeres que viven la
rutina de las expatriadas y reexpatriadas. Una de las
grandes dificultades de esta vida es saber que todo
puede cambiar (otra vez) en cualquier momento. Pero,
asimismo, no pensar en eso a toda hora.
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Zabelita (arriba) y
Celina: pasión por el
trabajo social