166 may/jun 2013 - Odebrecht Informa

Erlon con la
esposa, Soraya,
y el hijo primogénito,
Eduardo: “una
mirada positiva”
“Pero si tú me preguntas si eso es una dificultad, respondo
que no sé si fue la mayor dificultad o la mayor
oportunidad, pues el hecho de tener que adaptarme a
tantas culturas, tantos lugares y tantas personas me
convirtió en lo que soy hoy”, agrega, recién graduado
en Ingeniería en Estados Unidos y próximo a completar
el primer año en la Organización, en la obra del
Puerto del Callao, en Lima.
A pesar de que el hijo más pequeño está en Estados
Unidos, Soraya considera que fue casi un
milagro el hecho de que su hijo mayor haya regresado
a Lima. “Cuando supe que iría a estudiar en
Estados Unidos me puse a llorar y lloré cuando me
enteré que volvería a la ciudad donde vivíamos, algo
prácticamente imposible. Pasé muchos años sola
con los niños, porque Erlon viajaba con frecuencia.
Cuando salimos de Brasil, la integración familiar
fue importante, y fue el principal pilar de nuestro
trabajo, en el sentido de orientar a nuestros hijos
para enfrentar la vida”, afirma Soraya, que confiesa
que temía que sus hijos nunca más estarían cerca.
“Cuando los dos se fueron a vivir a Estados Unidos,
pensé: ‘Listo… ahora solo me resta convertirme en
suegra y después en abuela’. Creí que mis hijos solo
volverían casados”.
Erlon destaca que la experiencia de su familia es
diferente del modelo de vida tradicional, en que las
personas nacen, estudian con los mismos compañeros
de infancia, van a la universidad próxima, tienen
un círculo de relaciones con personas próximas como
primos, tíos y parientes, almuerzos en los domingos
en casa de los suegros. “A esa evolución del aprendizaje,
de cómo relacionarse en un ambiente nuevo, de
las experiencias que la vida nos va aportando, sumamos
la mirada positiva, que prioriza lo mejor de cada
lugar”. Soraya completa: “Cuando vinimos de Brasil
creí que sería por dos años, y esos dos años se transformaron
en muchos más...”
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