oct.-dic. 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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ya dijo- está ausente todo matiz pobre,<br />
desolado, escuálido. La mirada humana<br />
es de por sí tan rica, que enriquece cualquier<br />
paisaje; y cualquier paisaje tiene<br />
así una particular e inédita luz, un impulso<br />
épico <strong>del</strong> que el hombre -de rebote-<br />
se siente impregnado. No se trata<br />
naturalmente de una epicidad -digamos-<br />
narrativa, sino de la respiración<br />
amplia que acompaña y caracteriza la lírica<br />
extravertida, la lírica que desborda<br />
y se da. Se explica así el resplandor que,<br />
en la naturaleza vista por Pasternak, llena,<br />
desde el cielo, desde la tierra, o desde<br />
una simple vela detrás de un vidrio<br />
helado, toda la página. Ya mucho antes<br />
de escribirse El d<strong>oct</strong>or Zivago, a propósito<br />
<strong>del</strong> libro de versos Mi hermana, la<br />
vida, la poetisa Marina Tsvetáieva había<br />
definido la poesía de Pasternak: "un<br />
aguacero luminoso" (Heino Zernask, prólogo<br />
a la ed. chilena de Salvoconducto.<br />
La expresión ha sido retomada por Ripe<br />
Ilini en su prólogo a la e<strong>dic</strong>ión italiana<br />
de las poesías de Pasternak).<br />
Esta luminosidad característica de la<br />
poesía y de la prosa de Pasternak se encuentra<br />
en El d<strong>oct</strong>or Zivago hasta en detalles<br />
mínimos, como "la verde !lama <strong>del</strong><br />
follaje" (p. 313), hasta en los paisajes<br />
obscuros: "La tierra, negra de petróleo,<br />
tenía reflejos amarillentos, casi dorados"<br />
(p. 334), Y se filtra en imágenes abstractas,<br />
como cuando, al hablar de un buen<br />
artesano, el autor <strong>dic</strong>e: !lA cualquier cosa<br />
que se aplique, el trabajo le enciende las<br />
manos" (p. 242).<br />
Y no es solo la perentoriedad lírica en<br />
conexión con el tema, lo que le quita al<br />
paisaje de Pasternak SL! carácter descriptivo,<br />
sino también una necesidad estructural.<br />
Cada nube, cada planta, es necesaria<br />
a la acción, como son necesarios<br />
todos los personajes, como todos nosotros<br />
y todos los objetos que nos rodean<br />
somos necesarios en la vida. En esta importancia<br />
de cada detalle, en esta armonía<br />
entre los detalles que colaboran en<br />
la acción y se traduce en una visión animística<br />
y antropomórfica de la naturaleza,<br />
consiste el especial realismo de Pasternak.<br />
En la segunda página de la no-<br />
vela, el niño Juri Zivago llora la muerte<br />
de su madre y "una nube, que iba a su<br />
encuentro, comenzó a golpearlo... con<br />
los líquidos látigos de un chaparrón helado"<br />
(p. 8). Más a<strong>del</strong>ante, "La tormenta<br />
gritaba y ululaba, tratando de atraer su<br />
atención" (p. 9). "Los vidrios de las casuchas<br />
centellaban ciegamente en las<br />
pequeñas ventanas abiertas. De los jaro<br />
dincitos <strong>del</strong> frente se tendía hacia el inte·<br />
rior de las piezas el denso trigo rubio ...<br />
De los curvos setos miraban lejos, solita·<br />
rias, las pálidas malvas exhaustas ..."<br />
(p. 186). "El silencioso resplandor de los<br />
relámpagos invadía la pieza ... la i1umi·<br />
naba con luz diurna, y se quedaba un<br />
instante, como buscando algo" (p. 195).<br />
Pero acaso el ejemplo más típico de este<br />
antropomorfismo es la intervención <strong>del</strong><br />
sol en la escena <strong>del</strong> suicidio <strong>del</strong> padre de<br />
Zivago: "Hasta el sol... iluminaba con<br />
reserva vespertina la escena, acercándo·<br />
se casi con miedo, como hubiera podido<br />
acercarse a los rieles y observar a la gente<br />
una lechera <strong>del</strong> rebaño que pastaba<br />
en las cercanías" (p. 23). Lo mismo se<br />
podría decir de la generosidad <strong>del</strong> níspero<br />
durante el invierno y <strong>del</strong> asombro<br />
de las cosas, al volver a encontrarse como<br />
nuevas, recién inventadas, cuando<br />
en primavera se derrite la nieve (p. 311).<br />
El pensamiento <strong>del</strong> hombre se encuentra<br />
a menudo con este humanizarse de<br />
la naturaleza. Volvamos a la escena de<br />
Zivago semiadormecido en el bosque<br />
otoñal y de la mariposa confundida con<br />
los colores <strong>del</strong> árbol. El d<strong>oct</strong>or piensa<br />
l/en la pobre vivencia de los más aptos,<br />
en el hecho de que acaso el camino<br />
abierto por la selección natural es tamo<br />
bién el de la elaboración y el nacimiento<br />
de la conciencia. ¿Qué es el sujeto? ¿Qué<br />
es el objeto? ¿Cómo dar una definición<br />
de su identidad? En estas reflexiones<br />
suyas Darwin se encontraba con Schel·<br />
ling, y la mariposa que revoloteaba con<br />
la pintura moderna, con el impresionismo.<br />
Se durmió" (p. 452). Así, incorporando<br />
el pensamiento a la naturaleza con<br />
un proceso que en su arte parece perfectamente<br />
espontáneo (más que en<br />
Tolstoy o en Romain Rolland), se sustrae<br />
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