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oct.-dic. 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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triz que no temió a ese duende previo de la<br />

escena y exhibió llanamente su nombre civil.<br />

Estamos pues en el escenario y la troupe tiene<br />

que hablar según el texto. Cuando los dialoguistas<br />

se tratan de tú, no hay problema. Pero<br />

cuando se tratan de usted surgen los duendes,<br />

esos duendes <strong>del</strong> texto, fautores de enredos y<br />

confusiones breves, pero tan fundamentales como<br />

breves.<br />

Su de usted, segunda persona, vuestra merced;<br />

metaplasmo que lógicamente exige el verbo<br />

en tercera persona. Su de él, tercera persona.<br />

Esto basta y sobra para confundir en el lenguaje<br />

corriente. Y el caso se complica todavía<br />

porque en español se puede suprimir el pronombre;<br />

y es habitual esa supresión en dialogados.<br />

No importa que lo diga, estoy seguro de<br />

que gana, ya debía comprender, y mil más. ¿Se<br />

trata <strong>del</strong> mismo interlocutor, o es que se está<br />

hablando de una tercera persona? Sobre la<br />

troupe aparece el trouble.<br />

El empleo persistente <strong>del</strong> pronombre aclaratorio<br />

gravitaría sobre el dialogado. Una de las<br />

mayores ventajas <strong>del</strong> español como idioma escénico<br />

se halla en la economía <strong>del</strong> pronombre,<br />

que lo salva de la monotonía y persistencia <strong>del</strong><br />

you o <strong>del</strong> vous. Sin alcanzar las elipsis y concisiones<br />

<strong>del</strong> latín (1) tiene en este aspecto ventaja<br />

frente a idiomas contemporáneos de alcance<br />

universal.<br />

Pero ya quedó sugerido: cuando dos personajes<br />

se tratan de usted y hablan de un tercero,<br />

el duende <strong>del</strong> texto se diría insalvable: comprendo<br />

su deseo, estuve en su casa, recuerdo<br />

sus palabras. ¿Son el deseo, la casa, las palabras<br />

<strong>del</strong> interlocutor, o las <strong>del</strong> tercero en cuestión?<br />

La anfibología o el equívoco quedan a la<br />

orden.<br />

El inconveniente no es desde luego insalvable,<br />

mas siempre nos llevará a modos regresivos<br />

o anticuados en la frase. Hay que alargarla<br />

o recargarla; renunciar a la elipsis que tanto<br />

agilita el dialogado hispánico y volver a aquellos<br />

modos su padre de usted, el coche de él,<br />

las amigas de ella, etc.<br />

Con el posesivo suyo casi se repite la situación:<br />

un amigo suyo, una casa como la suya.<br />

La duplicidad de significado es palmaria; solo<br />

(1) Valga al caso el celebrado diálogo epistolar entre<br />

Voltaire y Pirón:<br />

"Ea rus" (me voy al campo) escribe Pirón.<br />

"y': (Vete) contesta Voltaire, batiendo un indiscutible<br />

record latino sobre los propios laconios.<br />

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puede salvársela mediante un arbitrio semejante<br />

al anterior.<br />

Las dificultades reaparecen y quizá aumentadas,<br />

con el nominativo pronominal "le. Son<br />

breves y bravas. En el más simple dialogado,<br />

en la más corriente apelación, las hallaremos:<br />

¿Qué le dijo? Tanto vale por ¿Qué le dijo Vd. a<br />

él? como por ¿Qué le dijo él a Vd.? (2) Vemos<br />

que el duende alcanza, en este y otros casos,<br />

categoría de endriago, vestiglo o fantasmón.<br />

Tanto vale para un significado, el contrario, el<br />

sub-contrario, y no sé cuáles más en la clasificación<br />

tra<strong>dic</strong>ional de Aristóteles.<br />

Veamos ahora algunos otros duendes menos<br />

trastornadores pero igualmente usuales y acostumbrado.s.<br />

No s~ pregunta a quien llega ¿qué<br />

desea? sino ¿que deseaba? Este pretérito para<br />

un acto presente consagra una de las más cur!o~as<br />

formas de cortesía idiomática. Un preliminar<br />

¿qué desea ?podría resultar apelación<br />

demasiado directa, cortante. y la pregunta, para<br />

hacerse ladera, se vuelve hacia el pasado. El<br />

interpelado contestará a su vez: Yo venía por<br />

talo cual cosa. También coloca en pretérito su<br />

presente riguroso. Y tales alteraciones son de<br />

orden en el lenguaje teatral.<br />

Curiosos son asimismo los duendes <strong>del</strong> tiempo<br />

futuro. Seguro que mañana llueve, claro que<br />

mañana resuelven. Nadie se molestará en acudir<br />

al correspondiente futuro; mañana lloverá,<br />

mañana resolverán. Y fijémonos que el correcto<br />

futuro incluso dejaría propuesta una incertidumbre.<br />

Así, locuciones tan frecuentes como mañana<br />

voy a tu casa, el lunes próximo se embarcan<br />

no admiten duda ni variante. Por el<br />

contrario, si expresamos "mañana iré" o "el lunes<br />

se embarcarán", quedan propuestas la incertidumbre,<br />

la posibilidad de variación. "Voy<br />

a resolver" es tajante e inequívoco; "resolveré"<br />

apareja ideas de vacilación o tardanza. Por eso<br />

el dialogado teatral prefiere en tantos casos antidatar<br />

los tiempos verbales; hacer presentes<br />

los futuros.<br />

Veamos algo sobre la elipsis, necesaria ecónoma.<br />

y ahorrista de textos teatrales y poéticos,<br />

abreViatura y supuesto indispensable en preguntas<br />

y réplicas, alivio y agilitación de diálogos<br />

de que tanto usara y abusara Lope de<br />

Vega, sin prestar mayor atención a sus duen-<br />

(2) Queda además en el ajo ¿qué le dijo el uno al<br />

otro? Mengano a Zutano, o Zutano a Mengano<br />

frase ent.re terceros, presentes o ausentes. Per¿<br />

es prefenble no explayar más el caso.

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