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oct.-dic. 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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de lugares (el Arroyo-<strong>del</strong>-Gallo.de-laVida,<br />

la Llanada-de-la-Seriema-Corriendo,<br />

la Sierra <strong>del</strong> Dios-Me-Libre), de personas<br />

(el Rasga-por-Bajo, el Mano-de-Lija, Dimas<br />

Loco, Marimbondo), de animales (el<br />

manolito-<strong>del</strong>-banco, la madre-de-la-luna),<br />

plantas, etc., y principalmente los múltiples<br />

que se aplican al demonio ("el<br />

Otro, el figura, el murcielagón, el túnez,<br />

el zarrambombón, el debo, el brujo, el<br />

pie-de-pato, el malencarado, aquéL jel.<br />

que-no-existe!" (227), el Sucio, el Severo­<br />

Mayor, el Siempre-Serio).<br />

Pensemos, por ejemplo, en la narración<br />

de cuando Riobaldo está bebiendo<br />

desesperadamente agua <strong>del</strong> río, esperando<br />

verla teñirse con la sangre de un<br />

chico que van a matar corriente arriba;<br />

en el encuentro con los hombres atávicos,<br />

el cruce por el poblado enfermo, la<br />

matanza de caballos, etc. En realidad,<br />

ésta es una novela de atmósferas, se va<br />

de una a otra ,con leves transiciones.<br />

y ya en ello, la capacidad <strong>del</strong> autor<br />

de fijar una atmósfera por un solo detalle,<br />

es también destacable. Así, en el<br />

asedio de la hacienda por los yagunzos<br />

enemigos, el detalle de las balas golpeando<br />

y moviendo' el cuero que tapa<br />

la ventana, será síntoma eficaz <strong>del</strong> resto.<br />

Hay en esto algo cinematográfico, de<br />

detener la cámara sobre un objeto después<br />

de la vista más general: "Quiso<br />

levantar la mano para apuntarme. Las<br />

venas de la mano..." (65), o "Aquel lugar,<br />

el aire" (218). Un determinado elemento<br />

pasa de pronto a ser el significativo.<br />

Hablando de paralelismos' cinematográficos,<br />

mencionemos el dar<br />

apretadamente en imágenes el paso <strong>del</strong><br />

tiempo, como lo hace con frecuencia el<br />

cine: "El maíz crecía en los sembrados,<br />

el sabiá dio crías, la gamelera goteó<br />

frutillas, el pequí maduraba en el pequicero<br />

y cayendo en el suelo, vino el veranico"<br />

(229). Otras veces será una brevísima<br />

reflexión la que fija la atmósfera,<br />

como cuando, en medio de un tiroteo,<br />

entra una mariposa por la ventana<br />

y Riobaldo da cuenta <strong>del</strong> nuevo ambiente<br />

momentáneo con una frase: "Ella era<br />

casi la paz" (253).<br />

TRES CONSTANTES ,<br />

Destacaremos tres constantes formafondo<br />

de la narración. No es ya lo que<br />

cuenta Riobaldo solamente, sino el cómo<br />

lo cuenta, aunadas en tres líneas<br />

que se mantienen a todo lo largo de<br />

la obra.<br />

El~!:!!lºries una de ellas. Sea ya en<br />

~te~cCl de l(ls meiáforas: "me sentí<br />

'peor de suerte que una pulga entre dos<br />

dedos" (56); "de un pedo de jumento<br />

forman tifón de vendaval" (61); en el uso<br />

de diminutivos V deformaciones;en ciertos<br />

diálogos, a-;eces incluso con su mudo<br />

interlocutor -valga la paradoja-:<br />

"¿Y cómo le <strong>dic</strong>e usted? ¡Wusp? Sí. Señor<br />

Emilio Wuspes Wupsis... Vupses.<br />

Pues ese Vupes " (59). O: "sólo<br />

me encapriché de una mujer, casada<br />

aquella, que, con temblor enorme, me<br />

disgustó con esta respuesta: "Ay, queriendo<br />

Dios que mi marido quiera..."<br />

A lo que atajé: "Ah, pues ni yo no quiero<br />

ya, señora doña. No estoy en forma".<br />

Y, sin ser de propósito, hasta le eché<br />

mal de ojo a un niño pequeño, que estaba<br />

cerca" (398).<br />

La~ sería otra constante. Nostalgia<br />

de un tiempo auténticamenie perdido<br />

y el cual se recupera con el relato.<br />

Porque ésta es novela de la memo­<br />

~tod¿ se éubre de una pátina suave:<br />

"cuanto más remoto reside aquello, el<br />

recuerdo demuda de valor: se transforma,<br />

se compone, en una especie de<br />

transcurso hermoso" (259). Y a esta calidad<br />

de tiempo evocado se hace referencia<br />

constante, aunque el peso de los<br />

hechos se imponga en el presente <strong>del</strong><br />

lector.<br />

Lo léti~o/es, posiblemente, la constante<br />

principa , acaso el meollo verdadero de<br />

la novela. Apuntado sin pedanterías ni<br />

interpolaciones, sino mayormente dado<br />

en la adjetivación mínima <strong>del</strong> detalle.<br />

Así, por ejemplo, Riobaldo dirá <strong>del</strong> momento<br />

en que comienza un combate entre<br />

yagunzos: "y el aire se vició, trenzado<br />

de silbidos de hierro metal" (l61);<br />

el primer muerto "rodó en el mal polvo",<br />

y los otros "No querían morir a nuestras<br />

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