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oct.-dic. 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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el río Paraná, me dio la oportl]~idad de convivir<br />

con ellos. Este mundo <strong>del</strong> desterrado que<br />

ha quedado en la frontera pos cambiante, dramático<br />

y hasta trágico; sumamente interesante<br />

y muy novelesco para quien sepa verlo con los<br />

ojos de la imaginación; yo sólo he tomado una<br />

pequeña porción de ese mundo".<br />

Aún en su pequeña porción, sigue siendo el<br />

de Casaccia un mundo escindido y suspendido.<br />

Para sus personajes hay una realidad concreta,<br />

la <strong>del</strong> exilio, el dolor <strong>del</strong> desarraigo, la dura<br />

necesidad de ganarse la vida en un medio ¡nhóspito.<br />

Frente a esa realidad, se levanta el<br />

sueño, la esperanza, la alucinación <strong>del</strong> retorno<br />

La realidad verdadera les parece provisoria, colocada<br />

entre la fuga de la tierra natal, con todo<br />

lo que ella significa: prestigio social, dinero,<br />

trabajo, dignidad, y el paréntesis <strong>del</strong> destierro.<br />

y sin embargo, no vuelven ni han de retorna'<br />

jamás. De allí que solo les aguarde el fracaso.<br />

Quijotes minúsculos, sin grandeza espiritual, se<br />

hunden en el autoengaño y la mentira, en una<br />

existencia mezquina y masoquista, que los degrada<br />

como hombres y los humilla sin redención.<br />

El Dr. Rolando Gamarra, por ejemplo. Es, hasta<br />

cierto punto, el eje <strong>del</strong> relato. Como buen<br />

novelista tra<strong>dic</strong>ional, Casaccia proporciona su<br />

edad, peso, altura, ocupación, antecedentes, con<br />

todos los datos de una ficha antropométrica y<br />

el documento de identidad (procedimiento que<br />

repite, algo mecánica y abusivamente con casi<br />

todos los personajes). Abogado, una conspiración<br />

contra el gobierno lo llevó al destierro, a<br />

Posadas; y mientras regentea con su mujer una<br />

miserable pensión para compatriotas en desgracia<br />

que no le pagan, sueña con la época en<br />

que alternaba con la mejor sociedad de<br />

Asunción o era embajador en Buenos Aires y se<br />

alojaba en el Alvear Palace. El Dr. Gamarra tendrá<br />

que enterarse que su hijo ha robado las joyas<br />

a la vieja patrona de un prostíbulo clandestino.<br />

Mientras tanto, su hija, a la que supone<br />

virginal, se acuesta con uno de los pensionistas,<br />

quien a su vez atormenta a otra amante con<br />

indisimulada co<strong>dic</strong>ia. Así se anudan, también<br />

novelescamente, las existencias que componen<br />

esa suerte de aquellas <strong>del</strong> exilio, un conjunto<br />

de fracasados y de inútiles ociosos, porque todos<br />

persisten en la mentira <strong>del</strong> retorno y mientras<br />

tanto se agreden, se flagelan mutuamente,<br />

se degradan hasta el <strong>del</strong>ito y el asesinato en la<br />

Posadas indiferente de los argentinos, que apenas<br />

los hostiliza con el calor y el polvo rojiz'J<br />

de sus calles.<br />

Cuando el Dr. Gamarra se entera que su hijo<br />

ha huído con las joyas, le llega la hora de la<br />

verdad: ya no puede volver a su patria. Hace<br />

veinte años que se fue de ella, ya tiene sesenta<br />

y siete, y en nada podría trabajar. Su mujer,<br />

Etelvina, comprende:<br />

"Y súbitamente, como si se le hubiese caído<br />

de los ojos esa venda de ilusiones y esperan·<br />

zas en que viviera esos largos veinte años, Etel·<br />

vi na dióse cuenta llena de angustia y con el<br />

corazán oprimido, que ya no podía volver a<br />

Asunción; sobrecogióse con la misma sensacián<br />

que experimentaría un preso que durante vein·<br />

te años vive soñando en que un día lo liberarán<br />

de su cautiverio y de repente se da cuenta que<br />

éste es para siempre. De golpe, el destierro de·<br />

jaba de ser un episodio transitorio para conver·<br />

tirse en un hecho irreversible y definitivo. lo<br />

que hasta ese momento parecía sólo una parta<br />

de su vida, algo pasajero y temporario, se con·<br />

vertía en toda su vida, hasta el final, hasta la<br />

muerte. Fue tan imprevista e intensa su con·<br />

goja, que Etelvina se puso a llorar a gritos, mien·<br />

tras decía como enloquecida: -Ya no podemos<br />

volver... Ya no podemos volver".<br />

Todos se pudrirán en el destierro, afirma el<br />

pesimista y desolado Casaccia. "'los exilados<br />

siempre están por volver, pero no vuelven; siem.<br />

pre a un paso de volver, pero no vuelven", según<br />

repite atontado el pintor Gilberto en la<br />

última página de la novela cuando pierde el<br />

tren y se entera que su amante y proveedora de<br />

dinero acaba de abandonarlo con otro.<br />

La visión de Casaccia es amarga y cruel, a<br />

veces incluso siniestra. Aunque narrativamente<br />

algo tosca y hasta peligrosamente convencional<br />

en su escritura, los exiliados se eleva por la<br />

fuerza y la nitidez de su escritura; y, desde un<br />

punto de vista moral, por una sinceridad en<br />

permanente combílstión, por la ausencia implacable<br />

de candor y por la negativa feroz a embellecer,<br />

perdonar o disculpar a esos seres destruídos<br />

y desamparados que son sus personajes.<br />

Pero si éstos sufren, es porque su creador primero<br />

ha sufrido y quisiera para ellos, vale decir:<br />

para sus compatriotas, la purificación de<br />

la sinceridad.<br />

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