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oct.-dic. 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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acción entre lo común y la subjetividad.<br />

así en los poemas eróticos se advierte<br />

una lograda oscilación entre el sentimiento<br />

y la acción individual y el entorno<br />

social, cotidiano, que confiere a<br />

estos poemas, una mayor enjundia. Entre<br />

otros, el poema "/lIbada" ofrece este<br />

tránsito de lo individual a lo colectivo,<br />

de la relación con el ser amado a la<br />

realidad más inmediata que golpea y<br />

amenaza: "Junto al cuerpo que anoche<br />

me instaba/ tanto desnudo, déjame que<br />

encienda/ la luz para besarse cara a<br />

cara/ en el amanecer./ Porque reconozco<br />

el día que me espera/ y no por placer"<br />

(pág. 20).<br />

LA PRESENCIA DEL INVIERNO<br />

Si bien Gil de Biedma en general maneja<br />

un lenguaje directo, una formula·<br />

ción clara y precisa de sus poemas, en<br />

algunos casos recurre a cierta simbología<br />

para iluminar desde otra perspectiva,<br />

las realidades y situaciones que intenta<br />

plasmar poéticamente.<br />

Así, junto a poemas donde la España<br />

oficialista es enjuiciada directa y severamente<br />

("Barcelona ja no és bona",<br />

"Apología y Petición", etc.), hay otros<br />

momentos en que tal enjuiciamiento se<br />

da por el manejo de un símbolo: el invierno.<br />

Jaime Gil de Biedma trabaja este<br />

símbolo, sencillo y totalmente accesible,<br />

para descargar sus críticas desde un<br />

ángulo más diluído pero no por ello, menos<br />

eficaz. En "Noche de <strong>oct</strong>ubre" aparece<br />

por vez primera el invierno como<br />

símbolo de la dura realidad de la España<br />

actual: "Definitivamente parece conconfirmarse<br />

que este invierno,,! que viene,<br />

será duro. A<strong>del</strong>antaron las lluvias y<br />

el gobierno,/ reunido en consejo de ministros/<br />

no se sabe si estudia a estas<br />

horas/ el subsidio de paro/ o el derecho<br />

para despido,/ o si sencillamente<br />

aislado en un océano'; se limita a esperar<br />

que la tormenta pase y llegue el día,<br />

el día que por fin,/ las cosas dejen de<br />

venir mal dadas." (pág. 17). Esta manera<br />

de referirse a la realidad más inmediata,<br />

adquiere su complementación en el modo<br />

cómo Biedma considera al verano.<br />

En OpOSIClon al invierno, éste representará<br />

algo así como la esperanza, una<br />

situaciOn más desahogada y hasta feliz,<br />

que a menudo se vincula con otros países:<br />

Francia particu~armente en el excelente<br />

poema "París Postal <strong>del</strong> Cielo".<br />

Pero pese a la simplicidad y sencillez<br />

de esta simbología, el invierno adquiere<br />

un inesperado valor en la poesía de<br />

Biedma, cuando explica el porqué de esa<br />

adhesión y hasta sumisión al invierno:<br />

"Mi amor por los inviernos mesetarios/<br />

es una consecuencia de que hubiera en<br />

España casi un millón de muertos".<br />

(pág. 54).<br />

EROTISMO Y HUMOR<br />

En el tratamiento de 10 erótico, se advierte<br />

que Gil de Biedma maneja aspectos<br />

y situaciones que para muchos poetas<br />

continuan hoy día, siendo temas tabúes.<br />

Así en "Mañana de ayer, de hoy",<br />

"Días de Pagsanján", "Volver", "Loca",<br />

"Canción de Aniversario", "Peeping<br />

Tom", "Pandémica y Celeste", etc., más<br />

que la visión tierna e idealista <strong>del</strong> amor,<br />

aparece la misma hostilidad y dureza que<br />

caracterizaba a los poemas anteriores,<br />

dado, principalmente, a través de 10 sexual.<br />

En Gil de Biedma, el aspecto sexual<br />

adquiere una preeminencia decisiva,<br />

resultando destacable cómo desde la<br />

forma poética, lograr dar situaciones y<br />

planteamientos, que a menudo se soslayan<br />

en la poesía. En tal sentido, el tratamiento<br />

<strong>del</strong> tema amoroso, adquiere<br />

una singularidad especial en este autor,<br />

singularidad que se encuentra apoyada<br />

por un eficaz y sobrio tratamiento<br />

estilístico que apunta, sin duda, a nuevas<br />

posibilidades para el género poético.<br />

Por último cabe señalar que Gil de<br />

Biedma hace gala de un humor acre y<br />

despiadado que le lleva a ri<strong>dic</strong>ulizar<br />

tanto la propia ciudad de Madrid ("De<br />

aquí a la eternidad"), como a los intelectuales<br />

y al propio quehacer poético.<br />

Su excelente "Conversaciones Poéticas"<br />

(principalmente en la parte inicial) resulta<br />

una pintura mordaz e irónica de<br />

la intelectualidad española, generación<br />

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