Riesgos y portafolios agropecuarios
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V. Conclusiones<br />
El análisis de la información enviada por las 42 instituciones financieras que respondieron<br />
nuestras encuestas y de los 4 casos estudiados en profundidad nos permiten esbozar varias<br />
conclusiones, que más que cerrar el debate sobre el manejo de riesgos en los <strong>portafolios</strong><br />
<strong>agropecuarios</strong>, abre temas para profundizar el análisis con miras a generar recomendaciones y<br />
mecanismos para que las entidades financieras que así lo decidan puedan incursionar en las<br />
colocaciones agropecuarias sin incrementar significativamente sus niveles de riesgo.<br />
La información de las encuestas y los estudios de caso presentados en este documento nos<br />
permite concluir, en primer lugar, que es posible tener una cartera agrícola –incluso centrada<br />
en clientes pequeños– sana y rentable. Esta conclusión, aparentemente obvia para el conjunto<br />
de entidades analizadas en este estudio, no lo es para el conjunto de intermediarios que<br />
enfrentan problemas clásicos de manejo de riesgos en sus colocaciones agropecuarias, por<br />
ello es relevante presentarla como un hallazgo. Esta primera conclusión, se explica en<br />
procesos y prácticas relativamente comunes entre las instituciones. Estas entidades han<br />
desarrollado un esquema de manejo de riesgos eficaz y relativamente económico.<br />
Estas instituciones, exitosas en sus colocaciones agropecuarias, centran sus esfuerzos de<br />
manejo de riesgo en tres instrumentos: tecnología crediticia, diversificación, y utilización de<br />
instrumentos de internalización del riesgo.<br />
La tecnología crediticia, es en opinión de nuestros encuestados y entrevistados, el mecanismo<br />
clave para tener un buen manejo de los riesgos. Cada entidad enfatiza aspectos distintos y<br />
adecua su tecnología crediticia a las condiciones del entorno, pero a la vez todas las entidades<br />
mantienen conceptos comunes tras sus tecnologías financieras, muchos de ellos provenientes<br />
de las microfinanzas (medir capacidad de repago, evaluar a cada cliente de manera<br />
individualizada, etc.), pero otros son resultado de un proceso propio de definición y<br />
adecuación de la tecnología a sus clientes y entornos (análisis de mercados de productos,<br />
exigencias sobre niveles de diversificación de fuentes de ingreso, etc.). Como se muestra en<br />
el documento, hay grandes coincidencias en las tecnologías utilizadas y sobre todo en los<br />
énfasis que las entidades dan a los mecanismos de obtención y procesamiento directo de la<br />
información de los clientes. Pero, a la vez hay énfasis diferenciados respecto del perfil de los<br />
analistas o a la evaluación de los temas más agronómicos ligados a cada cliente.<br />
La tecnología crediticia se centra en el trabajo del analista de crédito y en su capacidad de<br />
obtener y procesar información de los clientes. Esta tecnología sin embargo no es estática.<br />
Las entidades reconocen la necesidad de continua innovación, de procesos permanentes de<br />
evaluación de la tecnología y de adecuación de la misma. Por ello, es relevante para estas<br />
entidades tener una escala mínima de operaciones que permita mantener procesos de<br />
innovación permanentes y espacios para implementación de programas piloto y procesos de<br />
capacitación permanentes. No es sorprendente por ello, notar que las entidades financieras,<br />
sobre todo las no reguladas, centran cada vez menos la evaluación de sus clientes en las<br />
garantías reales que estos pueden ofrecer, sobre todo en el caso de los clientes de menor<br />
escala.<br />
Todas las entidades analizadas señalaron que una de las condiciones para mantener carteras<br />
agropecuarias sanas a lo largo del tiempo era mantener una política y práctica de<br />
diversificación que permita atomizar los riesgos. Diversificar resulta una condición necesaria<br />
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