Nº 7, Junio 2007 - Universidad de Murcia
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Antonio Piñana<br />
Triana, <strong>de</strong> Chacón (cuatro) y unas quince<br />
o veinte más.<br />
En lo referente a las granaínas,<br />
los cantes posiblemente más melódicos<br />
<strong>de</strong> todo el acervo flamenco, se<br />
dice que sólo existen dos. Pero en realidad<br />
son cuatro, si bien las diferencias<br />
<strong>de</strong> dos <strong>de</strong> ellas con respeto a las otras<br />
dos son tan sutiles, que preferimos no<br />
entrar en el tema para no enredar.<br />
Y los cantes mineros… Agárrense<br />
a ese clavo, señores flamencólogos,<br />
si pue<strong>de</strong>n. Son algo así como si se<br />
tratara <strong>de</strong> un solo cante, posiblemente<br />
taranta (o taranto) <strong>de</strong>l que habrían<br />
dimanado todos los <strong>de</strong>más: mineras,<br />
levanticas, murcianas, cantes <strong>de</strong> Pedro<br />
el Morato, etc. Incluso las cartageneras,<br />
pese a apreciarse en sus entonaciones<br />
cierto parentesco melódico con las <strong>de</strong><br />
algunas malagueñas.<br />
Pero no sólo <strong>de</strong>l folklore minero<br />
se han nutrido los cantes <strong>de</strong> las<br />
minas. En uno <strong>de</strong> los tarantos, precisamente<br />
el que actualmente se canta<br />
acompasado para hacerse asequible al<br />
baile, se le notan influencias <strong>de</strong> uno<br />
<strong>de</strong> los fandangos locales <strong>de</strong> Lucena: el<br />
llamado <strong>de</strong> la calle Rute.<br />
En cuanto a los cantes <strong>de</strong> la<br />
Baja Andalucía, suce<strong>de</strong> algo parecido<br />
en lo referente a distintas modalida<strong>de</strong>s<br />
en cada uno <strong>de</strong> ellos. Hay, por ejemplo,<br />
siguiriyas <strong>de</strong> Manuel El Torre, <strong>de</strong> Tomás<br />
El Nitri, <strong>de</strong>l Silverio, <strong>de</strong> María Borrico,<br />
Tomás el Nitri<br />
y un largo etc. Y en cuanto a soleares,<br />
el sin duda más importante <strong>de</strong> los cantes<br />
flamencos, las tenemos <strong>de</strong> Alcalá<br />
(o <strong>de</strong> Joaquín el <strong>de</strong> la Paula), <strong>de</strong> Utrera,<br />
<strong>de</strong> Triana, soleares apolás, y otras.<br />
Hay, sin embargo, algunos<br />
cantes <strong>de</strong> sabor serrano – <strong>de</strong> la Serranía<br />
<strong>de</strong> Ronda, quiero <strong>de</strong>cir-: livianas, serranas,<br />
cañas y polos que son paupérrimas<br />
en cuanto a modalida<strong>de</strong>s; lo cual quizás<br />
se <strong>de</strong>ba a que los cantaores actuales<br />
–a salvo que<strong>de</strong> el gran José Menese–<br />
parecen haberles vuelto la espalda y<br />
muy pocos las incluyen en su repertorio.<br />
Es algo que no se explica, ya que pue<strong>de</strong>n<br />
ser todos ellos consi<strong>de</strong>rados cantes<br />
gran<strong>de</strong>s entre los gran<strong>de</strong>s.<br />
Prácticamente todos los cantes<br />
bajoandaluces, soleares, siguiriyas,<br />
tangos (flamencos, repito), bulerías,<br />
cantes <strong>de</strong> Cádiz, etc., se cantan a compás,<br />
o por lo menos acompasados. Pero<br />
Antonio Chacón<br />
suce<strong>de</strong> también que, a veces, cantes<br />
<strong>de</strong> distintos palos se cantan al mismo<br />
compás. Así es el caso que se da en<br />
siguiriyas y serranas, soleares y polos,<br />
y otras coinci<strong>de</strong>ncias. Y existe, por otra<br />
parte, un amplia gama <strong>de</strong> tangos flamencos<br />
a cuyo compás se cantan también<br />
una serie <strong>de</strong> canciones aflamencadas,<br />
tan pronto acelerando el ritmo<br />
como ralentizándolo.<br />
Los fandangos locales –<strong>de</strong> Lucena,<br />
<strong>de</strong> Granada, <strong>de</strong> Málaga- se acompañan<br />
a la guitarra a un ritmo algo así<br />
como <strong>de</strong> pasacalles –<strong>de</strong> tres por ocho,<br />
creo recordar que se llama eso– y suelen<br />
cantarse como remate a una serie <strong>de</strong><br />
malagueñas y, mas raramente, <strong>de</strong> serranas.<br />
Más allá <strong>de</strong> las cuestiones <strong>de</strong><br />
compás y <strong>de</strong> los posibles lugares <strong>de</strong><br />
origen <strong>de</strong> los palos <strong>de</strong>l flamenco, existe<br />
en todos ellos un componente <strong>de</strong> atmósfera,<br />
<strong>de</strong> clima, que se da, en mayor<br />
o menor grado, en todos los cantes y<br />
en todas las voces que lo cantan, y que<br />
para enten<strong>de</strong>r –o por lo menos<br />
“sentir”- el flamenco, es mucho más<br />
esencial que todo lo <strong>de</strong>más.<br />
La malagueña, por ejemplo,<br />
es el más elegíaco, o por lo menos el<br />
La Trini<br />
más melancólico, <strong>de</strong> los palos flamencos,<br />
y el mejor malagueñero será aquel<br />
que haga sentir a su auditorio esa sensación<br />
<strong>de</strong> melancolía en el momento<br />
<strong>de</strong> escuchar; serranas y livianas son los<br />
más bravíos y <strong>de</strong> cielo abierto; siguiriyas,<br />
tarantos y tarantas se reparten, yo<br />
diría que a partes iguales, el clímax<br />
más dramático <strong>de</strong>l flamenco; la petenera,<br />
por otra parte, y sin parangón<br />
posible, es el cante más triste. Y en<br />
cierta medida, y sólo en cierta medida,<br />
bulerías y cantes <strong>de</strong> Cádiz en su conjunto,<br />
las más alegres <strong>de</strong> las criaturas<br />
flamencas.<br />
El apren<strong>de</strong>r a participar y disfrutar<br />
el cante flamenco, mucho más<br />
que en saber diferenciar los diferentes<br />
palos y matices <strong>de</strong>l mismo, consiste en<br />
adquirir la facultad <strong>de</strong> integración en<br />
esa atmósfera o clima a que me he<br />
referido. Lo cual, una vez logrado, hará<br />
que todo lo <strong>de</strong>más nos salga al encuentro<br />
por añadidura.<br />
José Menese<br />
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