Nº 7, Junio 2007 - Universidad de Murcia
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Viaje pictórico <strong>de</strong> tres artistas<br />
murcianos a Mozambique<br />
El Color<br />
África <strong>de</strong><br />
■ Pascual Vera<br />
Siguiendo la estela <strong>de</strong> aquellos pintores<br />
románticos que viajaban a lugares<br />
exóticos, Manuel Belzunce, Ángel Haro<br />
y Miguel Fructuoso han permanecido<br />
durante el mes <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> <strong>2007</strong><br />
en el continente africano. Un período<br />
en el que han <strong>de</strong>sarrollado una febril<br />
actividad pictórica que se ha plasmado<br />
en docenas <strong>de</strong> obras que serán expuestas<br />
en <strong>Murcia</strong> el próximo otoño.<br />
Pue<strong>de</strong> que muchos piensen que, en<br />
un mundo globalizado como el nuestro,<br />
en el que todos los países, todas<br />
las culturas, todo el pensamiento y<br />
todo el arte se encuentra a nuestro<br />
alcance a golpe <strong>de</strong> ratón, ya no tiene<br />
sentido el viaje <strong>de</strong> un artista a lugares<br />
diferentes. Pero Belzunce, Haro y Fructuoso<br />
no lo sienten así, el suyo, iniciático,<br />
como todo periplo, ha sido tanto<br />
un viaje al interior <strong>de</strong> sus personas y<br />
<strong>de</strong> su arte, como a las entrañas <strong>de</strong><br />
nuestro vecino y <strong>de</strong>sconocido continente.<br />
Siguiendo la máxima russoniana<br />
‘sentir para conocer’, su estancia en<br />
la ciudad mozambiqueña <strong>de</strong> Marracuene<br />
les ha dado oportunidad <strong>de</strong><br />
conocer otras realida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> sentir<br />
otras emociones y, cómo no, <strong>de</strong> plasmarlas<br />
en una serie <strong>de</strong> obras.<br />
Basta <strong>de</strong> plañi<strong>de</strong>ras<br />
Ha sido un mes en contacto con otro<br />
paisaje y con otras formas <strong>de</strong> vida.<br />
Para Haro, África continúa siendo un<br />
gran <strong>de</strong>sconocido: ‘Con frecuencia se<br />
escuchan voces que se lamentan <strong>de</strong><br />
su situación, pero este continente,<br />
antiguo, orgulloso y auténtico, no<br />
necesita <strong>de</strong> plañi<strong>de</strong>ras, sino que vayamos<br />
allí, que nos empapemos <strong>de</strong> su<br />
situación y que intercambiemos experiencias.<br />
Tiene mucho que ofrecer’.<br />
Los tres califican la experiencia <strong>de</strong><br />
sumamente enriquecedora, pues no<br />
en vano África ha sido motivo <strong>de</strong><br />
inspiración permanente para muchos<br />
artistas.<br />
Un continente que atrapa<br />
Los tres artistas sabían que África ya<br />
no es el continente encerrado en sí<br />
mismo que fue en el pasado y que<br />
nos dieron a conocer aquellos viajeros<br />
<strong>de</strong>l siglo XIX, pero aun encierra una<br />
magia capaz <strong>de</strong> enamorar al viajero,<br />
<strong>de</strong> atraparlo con sus encantos, <strong>de</strong><br />
reconvertirlo: ‘A mí me ha cambiado<br />
la vida <strong>de</strong> una forma muy importante,<br />
en él me he encontrado <strong>de</strong> nuevo con<br />
la pintura’, asegura Fructuoso. Una<br />
sensación <strong>de</strong> plenitud que ya la habían<br />
sentido el año pasado Belzunce<br />
y Haro, en su estancia en Mauritania:<br />
‘nos atrapó y nos conmocionó su<br />
po<strong>de</strong>r’.<br />
Pero este po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> sugestión<br />
no ha impedido que los tres artistas<br />
<strong>de</strong>sarrollaran un exhaustivo trabajo<br />
que comenzaba invariablemente a<br />
las cinco y media <strong>de</strong> la mañana<br />
‘Hemos realizado un trabajo muy intenso<br />
y fatigante, pero había que<br />
aprovechar las horas <strong>de</strong> sol’.<br />
‘Vivíamos en la cima <strong>de</strong> una<br />
montañita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la que se veía un<br />
río, todo lleno <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> alre<strong>de</strong>dor y,<br />
al fondo, el mar’, comenta Belzunce,<br />
que asegura que ante un paisaje como<br />
este era obvio que ‘no podíamos trabajar<br />
en el interior <strong>de</strong> la casa. Decidi-<br />
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